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Reseña del libro Un regreso inesperado novela

La sinopsis de Un regreso inesperado novela

Un regreso inesperado novela pdfUn regreso inesperado novela pdf descargar gratis leer online Joyread—¡está embarazada de tu cachorro! ¿cómo te atreves a sostener poco de esta manera? —¿el rorro? ¿sabes qué? ¡el bebé no merece comparecer a este universo!Capítulo 1—¿Sebastián va a volver? Alexandra, embarazada de ocho meses, estaba doblando las pijamitas recién compradas en la habitación de los bebés cuando escuchó la conversación de las criadas. «¿Va a volver? ¿Es porque se acerca mi fecha de parto?». Su corazón estaba tan lleno de alegría que hasta sus manos temblaron. Aunque Sebastián era el padre del bebé, ella solo lo había visto una vez, en su noche de bodas. No apareció nunca más después de eso. Con los ojos llorosos, acarició su vientre. —Oh, mis bebés, sé que a su papá no le gusto, pero está bien. Seré feliz mientras él esté aquí para presenciar su nacimiento. Una sonrisa de alegría y satisfacción iluminó su rostro. Dos días después, Sebastián regresó después de haber desaparecido durante meses. Cuando Alexandra escuchó la noticia, sostuvo su vientre abultado mientras trotaba con cuidado fuera de su habitación para encontrarse con él. Mientras miraba hacia abajo desde la parte superior de las escaleras, su rostro se volvió pálido. Aparte del hombre al que extrañaba mucho, vio a una mujer parada a su lado en la sala de estar. —Sebastián, te pedí que regresaras para cuidar a Alexandra. ¿Por qué traes a esta mujer a tu regreso? —¿No sabes por qué? Te dije que no tengo nada que ver con este matrimonio. La mujer con la que quiero casarme es Sandra y está parada a mi lado en este momento. En su abrigo negro, el rostro cincelado de Sebastián tenía una expresión helada. El hombre exudaba un aura fría mientras confrontaba la mirada de su padre. Federico se puso furioso por las palabras de su hijo. —¿No sabes que la fecha de parto de Alexandra está cerca? ¡Está embarazada de tus bebés! ¡Cómo te atreves a decir algo así! —Ja —esnifó—. ¿Mis bebés? Ella no estaría embarazada si no hubieras adulterado mi bebida en mi noche de bodas. ¿Sabes qué? ¡Los bebés no merecen venir a este mundo! La sala de estar cayó en un silencio sepulcral. De pie junto a la escalera, Alexandra sintió un dolor agudo desde el interior de su pecho; sus palabras atravesaron su corazón, rompiéndola hasta desgarrarse. En ese instante, experimentó un apagón temporal de la vista mientras los ruidos circundantes se desvanecían. «¡Cómo pudo decir algo así! Mis bebés… Mis bebés no son bienvenidos…» Pronto se sintió mareada y aturdida. —¡Oh, no! ¡Señora! ¡Señora, está sangrando! —¿Qué? En ese instante, los gritos de la criada sonaron en la Residencia Heredia. Tanto el padre como el hijo, que estaban en un enfrentamiento, al instante levantaron la mirada para ver a la embarazada Alexandra parada junto a la escalera. La sangre goteaba por sus piernas desde debajo de su falda hasta las escaleras. La expresión de Sebastián cambió ante la horrible vista. Fijando sus ojos en el hombre, Alexandra pronunció: —¡Qué gran amor tienes, Sebastián Heredia! Construyendo tu felicidad sobre el sufrimiento y la muerte de tus bebés. Me pregunto si estarás en paz contigo mismo por el resto de tu vida. Aturdido, Sebastián se dio cuenta de que esta era la primera vez que ella hablaba con él desde la noche de bodas. Antes de que pudiera decir algo, Alexandra se había derrumbado en el suelo. La sangre brotaba de debajo de su falda, extendiéndose por el suelo. Una criada gritó: —¡Rápido! ¡Hay que llevarla al hospital! En cuestión de minutos, Alexandra, que estaba inconsciente, fue llevada de urgencia al hospital. En la sala de estar silenciosa, Sandra trató de consolar a Sebastián. —No pienses demasiado en ello. No tiene nada que ver contigo. El matrimonio arreglado fue un error desde un principio y te drogaron para embarazarla. ¡Esa mujer incluso se atrevió a maldecirte! Sebastián… Antes de que pudiera terminar sus palabras, el hombre que nunca se había enojado con ella de repente le disparó una mirada asesina. Gritó: —¡Cállate! No estás en posición de entrometerte o incluso hablar sobre los asuntos familiares de los Heredia. Sandra se estremeció. Ante su ira, ella no se atrevió a pronunciar una sola palabra más. «Alexandra Gavira, ¡maldita seas! ¡Espero que tú y tus bebés mueran! ¡Y no vuelvas nunca más!». Mientras tanto, en el hospital. Había pasado una hora. El ginecólogo por fin salió del quirófano con un bebé en brazos. Con el corazón apesadumbrado, le dijo a Federico: —Lo siento, Señor Heredia. Sufrió una pérdida masiva de sangre y no logramos salvarla. Solo logramos salvar a uno de los trillizos. «Alexandra, ¿murió? Mi pobre nuera y los trillizos… ¿Ahora solo queda uno de ellos?». Fue un golpe demoledor para Federico. Como resultado, se desmayó mientras se sujetaba el pecho. —¡Oh, no! ¡Señor Heredia! Mientras tanto, Sebastián había dejado la Residencia Heredia con Sandra. Se dirigían a su apartamento en la ciudad. En el momento en que recibió la noticia, no pudo evitar agarrar con fuerza el volante. —¿Está muerta? Lucas, su asistente, respondió: —Sí. Escuché que estaba en malas condiciones. Murió de una pérdida masiva de sangre, pero el médico logró salvar a uno de los trillizos. Es un niño y el Señor Heredia lo ha llevado de vuelta a casa. Para probar sus palabras, Lucas incluso le envió a Sebastián una foto de Alexandra y los cuerpos de los dos bebés cubiertos bajo una sábana blanca. Las pupilas de este se contrajeron al ver la imagen. ¡Scriiiiich! Pisó los frenos, deteniendo de manera abrupta el auto en medio de la carretera.

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