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Reseña del libro Romance en trayecto novela

El argumento del libro Romance en trayecto novela :

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Contemporáneo
Amor destinado
Tragedia
Desenlace feliz
Alma gemela
Doloroso
Ricos
Mafia
Chica buena
Independiente
CaballeroCapítulo 1Es un día cualquiera más, de principios de verano, como cada mañana me levanto, y según la calor que va a hacer, elijo mi ropa…es un día especialmente caluroso para la fecha, así que me pongo un vestido amplio y fresco…mis sandalias, un poco de rímel, y a la calle con mis gafas de sol, casi sin mirarme al espejo, no soy muy vanidosa….Hacia la parada de autobús para ir al trabajo, corriendo, porque voy tarde, pero por suerte el autobús también llegó tarde, por los pelos no lo pierdo….bajo mi mirada para buscar la tarjeta de bus, y cuando la subo para insertarla en la maquinita, veo un sonriente conductor, dándome los buenos días, le devuelvo la sonrisa y el saludo, y me sitúo como casi siempre, hacia atrás, de pie, ya que paso casi todo el día sentada en la oficina…aunque hayan asientos libres, voy de pie en el trayecto, cerca de las puertas de salida. Al momento de situarme, noto una mirada, y veo al conductor mirándome por el espejo interior, sonriente. Quizá esperara que me sentara, pero no lo hice…le devolví la sonrisa, como diciendo, así estoy bien, y continué mirando al exterior, a través de mis cristales oscuros. Extrañamente continué notando su mirada en mí, y como no se veían mis ojos por mis gafas, miraba para ver si era así, y veía al conductor aun mirándome por el espejo interior, y sonriendo…me llegué a preocupar que no prestara la atención necesaria al trayecto, pero hacia ambas cosas. Eran casi veinticinco minutos de trayecto, en los que no dejo de mirarme y sonreírme, en los que por mi cabeza pasaron mil cosas… ¿me conoce? ¿me confunde con alguien? ¿tengo algo cómico en mi ropa o cara? casi no me había mirado al espejo, y empecé a revisarme disimuladamente vaya que tuviese el vestido mal colocado, o algo así…pero no vi nada raro ni fuera de lugar en mí. Me estaba poniendo nerviosa. Me fijé en él, era un chico normal, pero atractivo, quizá un poco mayor que yo…con mirada penetrante, y sonrisa pícara. Llevaba unos días con la autoestima un poco baja, y me alegró el día. Al bajarme puso especial atención en que le mirara desde la acera ya, para saludarme con la mano…le devolví el saludo, pero seguía pensando si es que me conocía de algo, o me confundía con alguien. No era el conductor de siempre, se van turnando las rutas, y no le había visto antes…intenté hacer memoria a ver si le podía conocer de otra cosa, pero no me venía nada a la cabeza. Tendría que esperar si me volvía a pasar lo mismo o me decía algo más…. Pasaron un par de semanas hasta que volví a coincidir con el conductor sonriente, unas semanas de rutina, sin más. Al subir, siempre voy distraída buscando la tarjeta del autobús, y cuando alcé mi mirada, volví a verle sonriente, dándome los buenos días, y preguntándome que tal estaba, con sonrisa pícara, le devolví el saludo, contesté y me coloqué como hago siempre. Y volvió a clavar su mirada en mí, por el espejo interior, y esa sonrisa, que me estremecía…esta vez no llevaba las gafas de sol, y pudo ver que me di cuenta de sus miradas, pero en vez de disimular, fue más atrevido y provocador. Al bajar volvió a buscarme para despedirse, sin decir nada más, ni una pista de si me conoce de otra cosa…nada…. Esta vez había más pasajeros, miré a ver si miraba a otras chicas, había un par de chicas muy guapas y atractivas, pero no, me miraba a mí, clavaba su mirada en mí. He de decir que no soy una chica guapísima, con un cuerpazo, soy normalita, no soy fea, pero tampoco muy llamativa como para este comportamiento, y más habiendo otras chicas más llamativas de pasajeras. Volví a ir hacia el trabajo pensando en porque me mirará así…aunque me alegraba el día. Pasamos tres días así, con juegos de miradas, y sonrisas picaras…al cuarto día, al sacar la tarjeta del autobús de mi cartera, tuve un momento de torpeza y se me cayó todo el contenido de ésta sobre el pequeño mostrador para monedas…se me cayeron varias tarjetas de mi trabajo, aparte de otras y la tarjeta del autobús… me ayudó a recogerlo todo, y al dármelo en mano, se demoró, tocando expresamente mis dedos, me estremecí. En la otra mano sostenía una de mis tarjetas, la miró, me pregunto si era mía, le dije que sí, » Annie Genkel, bonito nombre» dijo sonriendo, y se la guardó. Creo que hice una mueca, me puse roja y me coloqué donde siempre, poniéndome las gafas de sol. Siguió con los juegos de miradas y sonrisas picaras…ya estábamos a jueves, ¿utilizaría la tarjeta para llamarme? No sé cómo, pero había logrado que pensara en él mucho más de lo que quisiera, y no sabía nada de sus intenciones, ¿le gustaba de verdad o era solo un juego? no sabía que pensar. Me esperaba un día de mucho trabajo, y no conseguía concentrarme, no paraba de pensar en él, el conductor de autobús. Ahora sabía mi nombre, y de que trabajaba, en la tarjeta ponía «Annie Genkel, asesora de marketing» y el teléfono, pero yo no sabía nada de él. Inconscientemente no paraba de mirar el teléfono, deseando que llamara. No paró de sonar, pero por trabajo, algunas llamadas eran posibles clientes para pedir cita, información, etc. pero de él nada…. A media tarde recibí una rosa en caja, sin nota, pensé que quizá no era para mí, que era un error, pero el mensajero me aseguró que sí que era para mí, pero no habían querido dejar nota. ¿Habría sido él? era una preciosa rosa roja perfumada en caja, pero sin nota. Ninguna llamada de él en todo el día…y no sabía porque me molestaba tanto que no me hubiera llamado, ¿para qué quería entonces mi tarjeta de visita? Ya era viernes, y los viernes me arreglo más de lo habitual, con un bonito vestido de tubo en gris claro, es un día de reuniones generales, solemos comer todos los compañeros juntos y muchas veces salimos de copas después del trabajo…por lo que me arreglaba para estar lista para todo lo que se pueda presentar…Al subir al autobús, después de los saludos de siempre, mientras sacaba la tarjeta del transporte, le pregunté su nombre, el sabia el mío pero yo no sabía nada de él…se le dibujó una enorme sonrisa, y me contestó «Marc», le sonreí, ya no era el «conductor del autobús», ahora podía ponerle nombre, por fin. Casi al final de la mañana recibí otra rosa roja en caja, preciosa igual que la anterior…e igualmente sin nota. Estaba muy intrigada por saber quién me la enviaba, pero no tenía ninguna pista, Marc no creía que fuese, ya que en la tarjeta que me cogió no ponía dirección, y no me había llamado. El día había pasado rápidamente entre reuniones y presentaciones de proyectos, ya estaba terminando, pero me quedaba una reunión de última hora, uno de los posibles clientes que llamo ayer insistió en tener hoy la reunión, en mi oficina, por suerte hubo una cancelación y pudimos hacerle un hueco. Salí rápidamente de una presentación de proyecto, para dirigirme a mi despacho, a la cita. -Annie, tu cita ya te espera dentro, le hice pasar, espero no te importe. – Me informó mi compañera, que se encargaba de recibir las visitas y guiarlas hasta la reunión. -No te preocupes Noa, ya entro. Gracias – le dije dedicándole una sonrisa. Llegaba puntual, pero la cita ya había llegado, y estaba esperando dentro del despacho. Al abrir la puerta pude verle de espaldas, con una fina camisa azul oscuro, sentado en un de las sillas delante del escritorio, destinadas a las visitas. Era curioso, pero me resultaba familiar esa espalda. Me dirigí a mi silla al otro lado del escritorio, mientras le daba la bienvenida y me disculpaba porque tuviera que esperar. -Discúlpeme el haberle hecho esperar…salgo justo de otra reunión, pero tiene toda mi atención- empecé a decir, cuando se giró para mirarme, me quedé parada, me dio una punzada…era él, Marc, el conductor…. – tu? …- balbucee -Discúlpame Annie por el engaño y el atrevimiento, seguro estas muy ocupada, pero no pude resistirme a querer darte esta pequeña sorpresa, espero no te moleste- Se disculpó por el pequeño engaño, se giró a mirar las rosas, expuestas en el escritorio bien visibles – ¿así que te han gustado? Quedan muy bien aquí…- sonrió diciendo, así que sí que fue él…claro…al pedir la cita pidió la dirección. – ven, quiero que me des la oportunidad de hablar contigo. Me tienes hechizado – susurró. Se levantó, aun no me había sentado yo, me cogió la mano y me dirigió para sentarnos en el sofá que tengo para pequeños descansos o visitas informales. Nos pusimos a hablar, sin soltarme la mano, quería saber más de mí, y yo de él. Me ponía nerviosa tenerlo tan cerca, pero quería saber más de él, se veía seguro, elegante… y olía irresistiblemente bien. Me confesó que el primer día que me vio, no sabía explicarlo muy bien, pero sintió como un flechazo, y no podía apartar la mirada de mí, aun sin poderme ver los ojos…que las semanas que no nos vimos estuvo pensando en mí, deseando poder volver a verme. Perdimos la noción del tiempo, estaba nerviosa, pero al mismo tiempo cómoda con él, no sé cuánto tiempo estuvimos así… -Disculpa Annie- Nos interrumpió una compañera, Noa, me acerqué para ver que quería, – ya se ha ido casi todo el mundo, es tarde, ¿vendrás ahora a tomar unas copas o tienes para mucho? -, miré a mi visita. Me disculpé con Noa, que sonrió cómplice, y se marchó. Volví al lado de Marc – disculpa, es que es tarde y se habían preocupado de que siguiéramos aquí – le expliqué. -Si no te molesta… me gustaría invitarte a cenar, aunque es pronto, si quieres, vamos a tomar algo, seguimos hablando y luego me dices si aceptas o no mi invitación a cenar. ¿Te parece? – me pedía sonriendo, y no podía resistirme a esa picara sonrisa. -Me parece. – afirmé. Salimos a tomar unas copas, era temprano para cenar, y seguimos hablando, conociéndonos…me gustaba cada vez más, como se expresaba, como veía las cosas…me encantaba, me miraba a los ojos, y me cogía la mano…. Al rato me llevó a un restaurante cercano, donde tenía una reserva hecha, me lo miré y sonrió, -La hice con la esperanza de que aceptaras esta cita conmigo, no me mires así…. Espero te guste. Era un bonito restaurante, no muy grande, con ambiente cálido, velas en las mesas, y cocina moderna. Fue una velada perfecta, romántica, inesperada…no quería que terminara, tenía miedo de que todo fuera solo una ilusión. Ninguno de los dos queríamos acabar la noche… en la conversación coincidimos que nos gustaba bailar, así que fuimos a bailar a una discoteca latina, y no se le daba nada mal, yo era un poco más torpe, pero dejé que me llevara…cada vez que me tocaba o cogía de la cintura, sentía electricidad cruzando todo mi cuerpo, me atraía, y no se había lanzado a besarme todavía, aunque si estaba muy seductor, se acercaba mucho, casi rozando mis labios, pero sin llegar a besarme, con miradas atrevidas, y sonrisas picaras. Sentía que me deshacía entre sus brazos mientras bailábamos…. Me estaba provocando adrede, volviéndome loca, y lo sabía. Al rato nos apartamos para descansar en una zona de tipo «chill out», se acercó…y por fin, me besó. Fue un beso intenso y mágico, había sabido muy bien cómo crear ese deseo…y me recorría esa electricidad por todo el cuerpo, más intensa aún. A ese beso le siguieron algunos más, bailamos otro rato y después me llevó a casa, como un buen caballero. La química era indiscutible. Al llegar me acompañó hasta la puerta, le besé, pero no quería despedirme, alargué el beso y le insinué que pasara…pero no quiso, paró suavemente y se marchó, lentamente, sin dejar de mirarme hasta que entré en el portal. Me extrañó mucho que no quisiera entrar en mi casa, también me molestó un poco…pero era un caballero, y no quiso ir deprisa conmigo supuse, algo verdaderamente extraño hoy día. Seguía sin creerme que fuera real… Esa noche no dormí demasiado…llegué tarde de la cita inesperada, y me costó mucho dormirme ya que no podía dejar de pensar en la maravillosa noche que pasé con el sexy conductor de autobús. Había quedado por la mañana para desayunar e ir de compras con unas amigas. Me estaba costando levantarme, y me sonó el teléfono… -Hola! Estamos llegando a tu casa, ¿Por qué suenas como si estuvieras dormida?, bueno, despierta, que en 10 estamos allá, llevamos el desayuno. – era una de mis amigas con las que había quedado. Contesté un perezoso ok y colgó. Bueno…eso me daba un poco más de tiempo para levantarme y prepararme. Decidí remolonear en la cama hasta que llegaron, me disculpé con ellas, explicándoles que me había acostado muy tarde y que fuesen desayunando mientras yo me duchaba y arreglaba. Aceptaron, pero después de estar lista tenía que explicarles bien con detalle porque había llegado tan tarde, ya que saben que suelo ir a tomar algo con los compañeros, pero no solemos terminar tarde, y que con ellas no había salido tampoco…así que estaban intrigadas por saber que había hecho. No tardé mucho, enseguida estuve duchada y vestida, y ahí estaban ellas: impacientes por la explicación. Mis amigas eran Dani (de Daniela), Juli, y Emma.…la más curiosa de todas, Emma. -Bueno, bueno… Annie, ¿Qué estuviste haciendo anoche? Siempre estás lista antes de que lleguemos ninguna…. – me reclamaba Emma No sabían nada de la historia con el conductor, Marc, no les había mencionado el tema del juego de miradas, ni que pensaba en él…nada…así que las tuve que poner al día de todo lo ocurrido. Me senté tranquilamente en mi sitio de la barra, cogiendo una taza de chocolate y un churro… y ante las miradas inquisidoras comencé. -Nada… solo salí a cenar y bailar con un chico, nada más- solté indiferente sabiendo cómo reaccionarían ellas. – Vale, vale… os cuento…- Empecé a contarles toda la historia por el principio, ya que era una historia un poco larga…y mientras les contaba aproveché para ir desayunando entre comentarios sobre lo que iba explicando. Quedaron sorprendidas, pero Emma comentó que siempre estas cosas solo me pasaban a mi…no entendía porque decía eso, nunca me había pasado nada parecido, pero me puso en antecedentes con un par de historias de chicos a los que les había gustado y lo que habían hecho para conquistarme, y tenía algo de razón, quizá despierte el lado romántico de los chicos, no lo sé, pero parecido a esta historia, desde luego, nunca. Una vez puestas al día salimos por el centro de compras…me gustaba salir con ellas, nos probábamos la ropa y éramos sinceras si nos quedaba bien o no, aunque a veces alguna dijera que no quedaba bien algo porque le gustaba más a ella…yo en esas pocas veces, siempre dejaba que lo comprara otra amiga, no soy muy fanática de la moda, aunque me gusta ir bien, Juli era la que más lo hacía…era una autentica «fashion victim». Después de un par de horas de compras, paramos a tomar algo y descansar en una terracita, y me sonó el móvil. Era Marc, dándome los buenos días…al contestar yo » buenos días, Marc», las chicas se pusieron histéricas gritándome «es él» y silbando…tapé el móvil, les pedí que callaran, pero me aparté, sabía que no me harían caso y estarían pendientes de la conversación. Cuando volví al auricular le escuché riendo…me disculpé. – Pensaba que aun estarías en la cama- dijo -No…había quedado a desayunar e ir de compras con mis amigas…disculpa el jaleo, estamos en una terraza ahora mismo. -te llamaba para ver que tal estabas, y si podías quedar esta tarde…temprano, si no tienes otros planes, claro. -no…seguramente después de las compras comamos juntas, pero luego no tengo nada, no hay problema. -Me alegra saberlo, tengo ganas de verte de nuevo- Me mandó un beso y colgamos…. No había sido una ilusión…y aún seguía interesado en mí, volví a la mesa con una sonrisa tonta…y las chicas aprovecharon para burlarse de mi e interrogarme de nuevo sobre él y lo que hablamos. Las contenté diciéndoles que habíamos quedado para esa misma tarde, con una amplia sonrisa, y Emma me hizo prometerle que la llamaría para contárselo todo al día siguiente o cuanto antes. Después de un rato más de compras, paramos a comer en uno de nuestros sitios favoritos, era un restaurante tipo americano, pero con comida Healthy además de la típica americana…a mí me encantaba pedir varias cosas para compartir y picotear un poco de todo. Llegué a casa justo a tiempo, nada más llegar al portal, vi a Marc que venía a buscarme…se acercó al portal, pegándome a su cuerpo para besarme – ¿Me invitas a entrar contigo? – me preguntó sonriente, asentí con la cabeza y pasamos. – ¿Dónde vamos? – pregunté por si tenía que cambiarme o no… -Solo ponte un bañador, y lleva una toalla y protector solar- me contestó con tono misterioso… me reí. Bueno, eso no da mucha sorpresa, pensé, o me lleva a una piscina o a la playa, con este calor apetecía el plan…le besé castamente y le pedí que esperara en la sala, le ofrecí que se sirviera lo que quisiera, mientras yo iba al dormitorio a prepararme. Tardé cinco minutos, me puse un bonito bikini azul turquesa, y un vestido veraniego blanco con grandes flores azules muy cómodo. Al salir a la sala vi a Marc con una amplia sonrisa mirándome de arriba a abajo, -que rápida- dijo… – y guapa- añadió. Se levantó a besarme, me cogió la bolsa playera, y salimos. Ya en el coche le pregunté el destino, y me contesto que me dejara sorprender…le sonreí, mirándome y señalando la bolsa playera, añadiendo – mucha sorpresa no puede ser…a algún sitio con agua, ¿no? – sonrió – si…pero un sitio que casi nadie conoce, deja que te sorprenda y no sigas preguntando- me dijo guiñándome un ojo Llegamos a una playa, no muy lejana, con bastante gente, y no entendía nada…» espera…» dijo, así que esperé a ver que sería. Una vez en la playa, alquiló una barquita pequeña, fácil de mover de la arena al agua, y nos adentramos en el agua, costeando por la zona, hacia un peñasco y rodeándolo…detrás de ese peñasco había una calita, pequeña, sin acceso a pie, así que solo se podía acceder por el agua. Realmente me sorprendió, no conocía este rincón tan idílico. Dejó la barquita en la arena, para que no la llevara la corriente, y nos acomodamos en la arena… que era finísima y clara. Extendimos las toallas, y en seguida me fui al agua, no soy de estar mucho tumbada al sol…algo sí, pero poco. Marc no tardó en seguirme y meterse tras de mí, el sitio era una gozada, a esa hora no había nadie, a lo lejos se veía una barquita, quizá de alguien que estaba buceando por allí. Por lo «virgen» de la cala, tenía el agua clara, limpia…se advertía el fondo, y pececillos nadando. Nadamos, jugamos, y comenzamos a besarnos apasionadamente, tenía muchas ganas de él, enrosqué mis piernas en su cintura, bajo el agua, notando su excitación contra mí, estábamos a solas en la playa, y no tenía intención de parar, le escuchaba gemir y me excitaba más, pero paró suavemente el beso… el sitio no podía ser más idílico a pesar de lo cerca de la ciudad que estábamos, pero quiso parar, dejándome totalmente confundida. Marc salió un momento del agua- espera un momento, voy por algo- me dijo mientras salía. Vino con unas gafas para hacer esnórquel, era perfecto, aunque me frustró que me dejara así de excitada, me encantaba bucear…y pudimos ver mucho mejor la fauna que había por las rocas de la cala, y más variedad de peces. Nunca he estado en playas tropicales, lo más similar que he estado es en las islas Baleares, pero seguramente es la experiencia más cercana que haya tenido, la zona, aislada, con esa fauna marina, y la arena fina…debe ser de lo más parecido. Sin darnos cuenta pasó la tarde, ya estaba poniéndose el sol, y nos acomodamos en la arena a verla…no podíamos quedarnos mucho más, tenía que devolver la barquita al puesto de la playa antes de que cerrara. Estaba en una nube, solo hacia un día que salíamos, o como lo quiera llamar, y parecía que nos conociéramos de toda la vida. En la zona de la playa había muchos chiringuitos que daban a la arena, por un lado, donde ponían la terracita, y por el otro al paseo marítimo. Paramos a cenar en uno, escogido por Marc, en donde ya había estado y le gustaba en donde además el ambiente era muy tropical y hacían cocteles originales. Como ya nos pasó la noche anterior…ninguno de los dos quería terminar la velada. Al terminar la cena nos quedamos tomando unos cocteles, a mí me encantan, pedí uno muy dulce y afrutado, y él pidió uno sin alcohol, ya que luego tenía que coger el coche. Muy responsable, me gusta. Volvíamos a estar en mi portal…alargando la despedida. – ¿quieres pasar? – le pregunté, y negó con una sonrisa pícara. -Mejor no…. Te llamo en la mañana tesoro- me volvió a besar, dejándome sin aliento, para alejarse después, dándose la vuelta hasta asegurarse de que había entrado en el portal y después acabar de irse. Me estaba exasperando tanta espera, no sabía porque, pero él quería ir despacio conmigo, conocerme, salir. No soy la típica chica de noches locas, pero si me atraes y me apetece, para mí no hay más, no hace falta tanta galantería, siempre me dejo llevar por lo que quiero, sin ser una chica fácil de una noche…y él demoraba ese momento, aun teniendo ganas, ya que lo demostraba con su forma de besarme y su cuerpo lo pedía, lo sabía, y yo no entendía por qué lo evitaba. Quizás pensara que no pensaba con claridad por haber bebido un poco, cosa poco probable, por fortuna he de beber muchísimo para que el alcohol me obnubile, y solo había tomado dos copas, al igual que la anterior noche, fueron dos copas y algo de vino en la cena. Decidí aclarar el tema en nuestro próximo encuentro. Prometió llamarme la mañana siguiente, así que no sabía si querría quedar ese domingo o solo hablar. Los domingos no suelo hacer muchos planes, los suelo dedicar a mí, a descansar, leer…a veces me voy sola a caminar, o a la playa, y alguna que otra vez lo hago con amigos, pero es un día que suelo dedicarme a mí misma. Ese día dormí hasta más tarde…eran ya casi las 12h del mediodía, cuando escuché el timbre de casa…no quería hacer caso al timbre, así que seguí en la cama, pero insistieron y decidí ir a mirar quien era. Era Marc, en vez de llamarme decidió presentarse allí directamente, ¡sin avisar! Abrí el portal, y me escabullí sin que me viera hasta el baño, para asearme y ponerme un mínimo de presentable, no quería que me viera con mi cara de recién levantada…no soy muy presumida, pero tampoco tan poco. Cuando salí del baño había puesto en un plato unos churros que trajo, y calentado en unos vasos un poco de chocolate que traía preparado, lo había preparado en la barra de la cocina, donde suelo desayunar, y estaba sentado esperándome. Al verme se levantó a besarme…y se disculpó con una enorme sonrisa por no haber avisado, creo que se dio cuenta de que no quería que me viera recién levantada. No me arreglé, solo me aseé, me puse ropa de estar por casa: unos shorts y una camiseta de tirantes, el pelo recogido con un pasador, nada más. Pero el me miraba como si me hubiese puesto un vestido espectacular, o algo parecido…siempre me miraba así, me hacía sonrojar nada más con su mirada penetrante. Agradecí el detalle del desayuno, me encantaban los churros con chocolate, había acertado de pleno, y desayunamos juntos…él mojó un churro en el chocolate e hizo la broma de mancharme en el cuello…le miré picara – ahora toca limpiarlo- le dije acercándole el cuello, y lo hizo…paso su lengua suavemente por mi cuello, erizándome la piel, – delicioso- murmuró y siguió comiendo como si nada, le mire con una mueca enfurruñada, y rio, nos besamos…y volvió a juguetear a mancharme de chocolate, en zonas un poco más atrevidas, de nuevo el cuello, luego el escote…paso al muslo…yo también comencé a juguetear a mancharle y quitárselo, suavemente, como hizo el… tomé la iniciativa, me levanté y fui al dormitorio, invitándole a seguirme, vi que dudaba un poco, pero volví a poner una mueca si no me seguía, y cedió…seguimos con el juego en el dormitorio, le quite la ropa, para no mancharla, y me quité la camiseta, no llevaba nada debajo de ella, y se lanzó a lamerme los pechos apasionadamente….lo empujé haciendo que callera en la cama, y me puse encime de él…nos dejamos llevar, por el juego, por la pasión…y finalmente me hizo suya. Dulce y pasional al mismo tiempo, acariciándome cada centímetro de mi piel, atento a todos mis gestos, a todas mis reacciones…a mis gemidos…. – eres espectacular- jadeo con voz ronca, me rodeo con sus piernas, y de un hábil gesto intercambio las posiciones, se puso él encima…continuando con las caricias, me cogió una mano poniéndomela por encima de mi cabeza, seguidamente, mientras sostenía la mano encima atrapó la otra mano y las unió, me dejé llevar por el juego, casi sin darme cuenta me las había atado con un pañuelo de verano que tenía encima de la cómoda, atándomelas al cabecero de la cama…no sabía cuándo lo cogió, pero no me importó, seguía con los juegos, y yo estaba casi suplicando que me penetrara…le deseaba y me estaba volviendo loca de placer, un poco molesta por no poder acariciarle, pero lo hacía más excitante. Me besó con pasión y me miró a los ojos, con mirada pícara sonriendo, y por fin me penetró…suavemente, despacio, casi exasperante, cambiando los ritmos para enloquecerme aún más…ahora muy despacito…ahora un poco más rápido…cuando veía que estaba a punto del éxtasis, paraba, volvía a los juegos…y de nuevo empezaba con la dulce tortura. Sonó mi teléfono, me miro para ver que decía, pero le dije: «déjalo que suene, no pares»…pero se levantó, apagó mi móvil y el suyo, por si acaso, y volvió a su tarea de volverme loca de placer.

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