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De que tema va No me arrepiento de amarte novela

Reseña literaria de No me arrepiento de amarte novela

No me arrepiento de amarte novela pdfNo me arrepiento de amarte novela pdf descargar gratis leer online JoyreadAmor destinadoCapítulo 1Marta Sosa se sorprendió cuando recibió los resultados de su prueba de embarazo. «¡Estoy embarazada de Nicolás!» A lo largo de sus tres años de matrimonio, había tenido dificultades para concebir, por lo que ese embarazo no era poca cosa. Rebosante de alegría, no podía esperar a compartir la buena noticia con Nicolás mientras salía con el resultado. Sin embargo, vio una figura familiar tras doblar una esquina. «¿Marisa Colmán? El primer amor de Nicolás, ¡está aquí!». Marta persiguió a la mujer y vio que su marido la sostenía con cuidado. Se suponía que estaba trabajando en la oficina. La mujer parecía estar embarazada de unos cinco meses. —Nicolás, ¿puedes relajarte? Estoy bien. El bebé también está bien. —Es mejor ir a un chequeo. Este bebé es el primer nieto de mi familia. No debe pasarle nada. Marisa sonrió con calidez, disfrutando de los cuidados amorosos del hombre. Sin embargo, Marta se sintió herida y traicionada por lo que vio. —¿Qué estás haciendo? Estaba agarrando el resultado de la prueba con tanta fuerza que sus uñas se clavaron en la palma de la mano, haciendo brotar sangre. Pero ese dolor no era nada comparado con la angustia que sentía en ese momento. Para dar a Nicolás un hijo, había probado todo tipo de remedios caseros y consultado a todos los médicos para mejorar sus posibilidades de concebir, dada la debilidad de su útero. En los últimos tres años, había estado a punto de morir varias veces. De forma inesperada, el día que se enteró de su embarazo, también vio a Marisa llevando a su bebé. —¿Por qué estás aquí? —Nicolás frunció el ceño. La tierna mirada de sus ojos se desvaneció al instante, sustituida por la hostilidad. Incluso el aire que le rodeaba también parecía más frío. Sintiéndose indignada por el fuerte contraste de su actitud, Marta no pudo evitar interrogar a su marido. —¿Qué estoy haciendo aquí? Nicolás, soy tu esposa. Has venido aquí con tu amante, ¿y tienes el descaro de preguntar por qué estoy aquí? Su acusación había atraído la atención de los transeúntes. Marisa se sintió agraviada y enseguida rompió a llorar. —Nicolás, siento implicarte. Si no hubiera vuelto para hablarte del bebé o hubiera ido a abortar, no habría causado ningún malentendido entre tú y Marta. Todo esto es culpa mía. Lo siento mucho. Luego, huyó de los esposos. —Tadeo, sigue a la Sra. Colmán y cuida bien de ella. Si le pasa algo al bebé, te haré responsable. Nicolás sonaba ansioso mientras daba instrucciones a su asistente, Tadeo. Marta tenía dificultades para respirar, porque su marido nunca le había mostrado tanto cuidado. —¡Nicolás, idiota! Levantó la mano para abofetearlo, pero este la interceptó. Le aplicó presión en la muñeca, haciendo que ella hiciera una mueca de dolor. —Marta, utilizaste algunos medios solapados para meterte en mi cama durante tres años y me obligaste a casarme contigo. Deberías haber sabido que no sería capaz de darte lo que querías. Como descendiente de la Familia Cortés, el bebé de Marisa también es muy valioso para mí. Te lo advierto, no hagas nada raro. Si no, no me culpes por ser despiadado. —Luego de decir eso, se fue. Marta se tambaleó. Se apoyó con rapidez en la pared para no caer. El papel con los resultados de su embarazo aterrizó en el suelo, justo delante de Nicolás. —¿Estás embarazada? Él parecía sobresaltado, mientras su mujer sonreía y las lágrimas resbalaban por sus mejillas. —¿Acaso te importa? Intenté explicártelo hace tres años, ¡pero te negaste a creerme! Te amé con todo lo que tenía, ¡y me ignoraste! Fuiste a mis espaldas y dejaste embarazada a tu primer amor. ¡Puede que te ame, pero también tengo mi orgullo y mi dignidad! Me desharé del bebé. Es hora de terminar las cosas entre nosotros. Se sintió como si alguien acabara de clavarle un cuchillo en el corazón. No obstante, se dio la vuelta y se fue. La expresión de Nicolás era solemne. Se acercó a su mujer, la tomó en brazos y se dirigió a la salida del hospital. —Marta, ¿quién te crees que eres? ¿Acaso soy tan fácil de manipular? ¿Me obligaste a casarme contigo y ahora te deshaces de mi hijo? ¡Yo decido si el niño se queda! Yo. —¡Déjame ir! ¡Este bebé no tiene nada que ver contigo! Es mío. —Ella luchó con fuerza, pero no pudo separarse de su marido. —¿Tú? Sin mí, ¿puedes quedarte embarazada? Marta, ¡no es momento de poner a prueba mis límites! Entrecerró sus ojos ovalados. Su imponente aura envolvió el aire al instante, haciendo que uno se sintiera oprimido. De repente, sonó su teléfono. La bajó para responder a la llamada, pero la sujetó con la otra mano, mostrando su dominio. Marta estaba abatida. Tenía la ilusión de que él se había preocupado un poco por ella, como ahora. —¿Qué? ¿Marisa va a suicidarse? Vigílala; ¡ya voy! Nicolás se agitó de repente. La ligera ternura que había sentido antes por su esposa se desvaneció poco a poco.

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