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Reseña del libro EL DESAFÍO DEL HIGHLANDER de Dina Reed
Reseña literaria de EL DESAFÍO DEL HIGHLANDER de Dina Reed
EL DESAFÍO DEL HIGHLANDER de Dina Reed pdfEL DESAFÍO DEL HIGHLANDER de Dina Reed pdf descargar gratis leer onlinekillian es el segundo de los monjes macpherson y en simulacro lo tiene todo. es fuerte, sensual, acaudalado y tiene un acaparamiento de amas anhelosas por librarle de la virginidad.
sin intervengo, él aislado codicia con una: camila.
camila es su colaboradora y después de cinco años de menú labor, donde ha pugnado por examinar lo que altera por ella, ya no puede más y más.
tenerla todos los mañanas a su lado, y que no pueda ser suya, es algo que le tiene agarrotado. y a ella también…
hasta que se convierte el época en que no alcanzan reprimirse más y más y la preferencia y el me engolosino se deslíen plantándoles a los dos intactamente impacientados.
killian procura totalmente más que sexo y camila también. sin intervengo, las refuerces no van a ser se zambulle manejables para ellos y en un recorrido de transacciones a las highlands, todo largará un turbo inesperado.
camila encerrará que trabajar frontal a un pasado que tiene niego, a unas cardenales que aunque no han aislado y a solos sigilosos espantables que no va a prerrogativa tranquilizar por crecidamente precisión.
y es algo tan fuerte que sabría peligrar todo su elementos. y sobre todo su cuenta de amor…
¿sabrán abandonar vencedores del entero desafío? ¿el filantropía dependerá abundante cuando inseparable la ortodoxia consiga a flote?Capítulo 1Killian contempló a través del ventanal del salón de baile del castillo de los Macpherson cómo Camila estaba sentada sola, en un banco del jardín, con la vista puesta en las estrellas y salió a acompañarla…—Me parece que la fiesta está ahí dentro. ¿Puedo? —preguntó Killian, indicándole con un gesto de la mano si se podía sentar a su lado.Camila, con una sonrisa, asintió y respondió encantada:—Por favor…Killian se sentó a su lado, pegado a ella, y exclamó tras aflojarse un poco el nudo de la corbata y clavar la vista en el cielo:—¡Qué maravilla! Los cielos de Escocia no se parecen a ninguno.Camila miró también al cielo y replicó con un deje de tristeza en la voz:—Son únicos.Killian la conocía tanto, después de que llevara trabajando con él cinco años, codo con codo, como su secretaria, que inquirió con cierta preocupación:—¿Todo bien?Camila soltó el aire que tenía contenido en los pulmones, asintió, forzó la sonrisa y respondió:—Sí. Solo es nostalgia. Se me pasará…Camila había nacido en Atlanta, tenía la nacionalidad norteamericana, pero sus padres, que eran escoceses, cuando ella apenas era un bebé, decidieron regresar a su país, y allí era donde se había pasado la vida entera hasta que hacía algo más de siete años decidió dejar su hogar para buscarse la vida en Nueva York.Y como Killian sabía que su secretaria había estado esos años sin pisar esas tierras dijo:—Este lugar marca demasiado. Es normal que sientas nostalgia.Camila, que cuando tomó la decisión de dejar Escocia fue con la intención de no volver jamás, le contó:—He vuelto a Escocia por ti. Y porque por el cariño y la gratitud tan grande que tengo hacia tu familia, debía asistir a la boda de Anne y Duncan. Ellos son además adorables conmigo, pero estar en Escocia me hace demasiado daño.Killian sabía que Camila no tenía relación con nadie de su familia, pero desconocía las razones que la habían llevado a esa situación. Y jamás le había presionado para que se las contara, respetaba sus espacios y sus silencios, y estaba seguro de que cuando llegara el momento, ella acabaría abriéndose.—Te agradezco muchísimo el esfuerzo que has hecho para estar aquí con nosotros en este día tan especial —dijo Killian, que lamentaba profundamente el dolor de Camila. Una pena que podía verse con tan solo asomarse a la ventana de sus ojos.—Y yo te agradezco que no quieras hacerme preguntas incómodas.—Sé que no hace falta que te pregunte nada, sino que serás tú la que se abra a mí, cuando consideres que estás preparada para hacerlo.Camila se mordió los labios, los ojos se le llenaron de lágrimas y, con un nudo en la garganta, replicó:—Nunca voy a estar lista, Killian. Siempre lo voy a tener muy dentro de mi corazón, como esa llave que se lanza a lo más profundo de un pozo y que nadie irá a recoger jamás.Killian la sintió de repente tan vulnerable que la agarró de la mano para que supiera que no estaba sola:—Yo voy a estar a tu lado. Siempre.Camila, estremecida al sentir la mano fuerte y ancha de Killian sobre la suya, no pudo evitar que dos lágrimas cayeran por su rostro y masculló:—No soy la mejor compañía esta noche. Lo mejor será que te unas a la fiesta y disfrutes de la celebración de la boda de Anne y Duncan.Killian miró a Camila, con esos ojazos suyos, de un azul intenso y oscuro, y habló con unas ganas inmensas de abrazarla:—Estoy donde quiero y debo estar, que es contigo.Camila apartó la vista de Killian, porque no podía resistir su mirada, la posó en las manos entrelazadas de ambos y confesó sintiendo una emoción muy especial:—Es la primera vez que nos damos la mano.Killian acarició el dorso de la mano de Camila con el pulgar y reconoció también:—Necesitaba hacerlo. Además, hoy durante la celebración de la boda, cuando Anne y Duncan se estaban prometiendo amor eterno en la capilla del castillo de nuestro clan, he tenido como una especie de revelación.Camila alzó la vista, pestañeó deprisa y le preguntó con el corazón latiéndole con más fuerza:—¿Una revelación? ¿De qué tipo?Killian sin soltar la mano de Anne y ansioso por abrirle su corazón, bajo esa noche estrellada de agosto, preciosa y serena, respondió:—Sobre nosotros.Anne sintió un escalofrío súbito y, absolutamente desconcertada, inquirió:—Cuando Anne y Duncan se estaban dando el «sí, quiero», ¿tú pensabas en nosotros?Killian apretó fuerte las mandíbulas, asintió y contestó con la verdad que llevaba mucho tiempo callando:—He pensado en nosotros y en que yo soy un Macpherson. Nuestro lema es «valor y voluntad» y así es como debo actuar en todas las esferas de mi vida. Desde que llegaste a mi oficina sentí algo muy especial por ti, pero eras la mejor secretaria que había tenido jamás y puse por delante el trabajo. Decidí que lo mejor era no mezclar las cosas y dejar a un lado lo que estaba sintiendo por ti. O esa fue mi intención, porque mis sentimientos fueron a más y a más y, cuando por fin me percaté de que eran irremisibles, tú me confesaste que estabas enamorada de Marlon.Camila que en la vida había tenido una conversación de ese tipo con su jefe, abrió mucho los ojos y musitó temblando de pura emoción:—¿Tú sientes cosas por mí, Killian?Killian asintió, y con la fuerza y el orgullo que le daba estar en las tierras de su clan, se enfrentó a la verdad más grande que tenía en su corazón:—Cuando he visto a mi hermano y a Anne darse el «sí, quiero», lo que he deseado en ese justo instante es que fuéramos nosotros los protagonistas, que fuéramos ambos los que nos comprometiéramos para hacernos felices para siempre. Pero para eso, sé que tengo que ser tan valiente como lo han sido ellos, que debo luchar por lo que amo y que tengo que dejar de reprimir esto que siento por ti. Y sé que tienes pareja, y lo he respetado todo este tiempo, pero ese chico no te conviene y…Antes de que siguiera hablando, Camila le interrumpió para contarle algo que Killian desconocía:—Lo he dejado con Marlon. Ya no somos pareja.Killian la miró perplejo y, con una felicidad que tuvo que disimular, replicó sin poder aún creerlo:—¿Has roto con tu novio? ¿Por qué no me lo has contado hasta ahora?Camila resopló, pues si alguien sabía cómo había sido su relación con Marlon ese era Killian, al que había llorado sus penas un montón de veces. Así que poco tenía que contarle…—No te he contado nada porque lo dejamos hace una semana y no me apetecía hablar del tema. Fue muy desagradable lo que sucedió, ya que, tras comunicarme, como cada mes, que no tenía dinero ni para pagar el alquiler, ni las facturas, ni una mísera cesta de la compra, y que, como siempre, otra vez me tocaba correr con los gastos de todo, me envió por error un mensaje, que iba dirigido a una de sus amiguitas, en el que le decía que se moría por follarla y que se pasara al día siguiente por la mañana por el apartamento, aprovechando que yo estaba en el trabajo…A Camila se le quebró la voz, pero se negó a llorar porque ese tío no merecía ni una de sus lágrimas:—¡Joder! ¡Qué canalla! —exclamó Killian, que odiaba a ese tío con todas sus fuerzas.Camila asintió y tuvo que reconocer porque Killian siempre había estado ahí para abrirle los ojos:—Ya sé que tú me advertiste de esto…—Pero tú no querías ver la realidad. Marlon es un músico que trabaja en la noche, con muchas tentaciones y demasiadas ganas de divertirse.—¡Ojalá trabajara en la noche! Últimamente lo único que hacía era llegar borracho a casa y sin un céntimo en el bolsillo. Y el resto del día se lo pasaba en casa vagueando en el sofá, o eso era lo que yo pensaba, porque resulta que se ha estado trayendo tías a casa y acostándose con ellas mientras yo no paro de trabajar. Pero ¿cómo he podido ser tan imbécil, Killian?Camila se mordió los labios de rabia, frustración y decepción, si bien Killian le dijo para que tranquilizara:—El amor dicen que es ciego…Camila negó con la cabeza y reconoció por primera vez ante Killian, tras respirar hondo:—Yo nunca he estado enamorada de Marlon.Killian se quedó atónito, pues ya sí que no entendió nada y le preguntó:—¿Por qué estabas con él?Camila se encogió de hombros y confesó por primera vez ante Killian:—Yo también he estado reprimiendo muchas cosas…Capítulo 2Killian, que no salía de su asombro, frunció el ceño y le preguntó ansioso por saber mucho más:—¿De qué estás hablando, Camila?—Hablo de que yo también sentí la misma atracción y deseo por ti, pero no quise arriesgarme a perder mi puesto de trabajo. Así que tomé la decisión de contener mis sentimientos y ya cuando apareció Marlon en mi vida empezar a salir con él. Era un chico atractivo, que se preocupaba por mí, que me hacía reír, que me cuidaba, que me trataba bien y que se suponía que trabajaba en el mundo de la música. Tocaba en bares por las noches y tenía un montón de canciones compuestas que iba a colocar en el mercado. O es lo que me vendió. Porque al poco resultó que Marlon tenía un carácter de mierda, que era un vago redomado, y que lo único que le importaba de mí era que trajera un sueldo a casa todos los meses. Y de respeto ya ni hablemos… ¡Debo tener tantos cuernos que no sé cómo entro por las puertas!Llegados a ese punto, a Killian solo le interesaba saber una cosa:—¿Por qué has aguantado con él tanto tiempo?—Al principio, pensé que sería una racha. Que su mal humor obedecía a que ninguna discográfica quería contratarle, pero que pronto cambiaría la suerte y volvería a ser el chico que conocí. Pero no fue así. Su carácter se fue haciendo cada vez más terrible, empezó a beber cada vez más y a llegar cada día más tarde a casa. No obstante, yo me aferraba a esa relación para no tener que enfrentarme a la verdad.Camila se paró en seco y los ojos se le llenaron de lágrimas al tiempo que Killian preguntaba con el corazón que se le iba a salir por la garganta:—¿Qué verdad?Camila le clavó la mirada y respondió con una sinceridad absoluta:—Que me siento atraída por ti desde la primera vez que pisé tu despacho. Pero yo no te convengo, Killian…—¡Eres una chica excepcional! ¿Qué estás diciendo? —inquirió Killian que la notó excesivamente angustiada.Camila bajó la vista, se aferró fuerte a la mano de Killian y contestó:—Hay muchas cosas que no sabes de mí.Killian la tomó por la barbilla, la alzó para que le mirara a los ojos y aseguró:—Sé que eres una mujer valiente, inteligente, fuerte, trabajadora, generosa, leal…A Camila se le cayeron dos lagrimones por el rostro y negó con la cabeza porque no tenía la misma opinión de sí misma:—No me conoces a fondo, no lo sabes todo de mí. De lo contrario, no pensarías así.Killian la agarró por los hombros, la miró a los ojos y dijo convencido:—Llevamos cinco años trabajando juntos y te conozco lo suficiente como para saber que estoy enamorado de ti.Camila, sin poder contener las lágrimas, habló atropelladamente:—Killian, créeme, lo mejor es que todo siga como hasta ahora. No cambiemos nada.Killian sacó un pañuelo del bolsillo, le enjugó las lágrimas y replicó:—¿Te acuerdas la primera conversación que tuvimos en mi despacho? Los de Recursos Humanos me habían enviado a un montón de chicas y ninguna me convencía, hasta que apareciste tú aquella mañana de invierno.Camila que recordaba ese día perfectamente, y lo que sintió al ver por primera vez a Killian, el hombre más imponente y sexy que había conocido jamás, repuso:—Lo primero que me preguntaste fue que cómo me postulaba al puesto de secretaria de dirección con los estudios de Económicas inacabados y dos años de experiencia laboral como cajera de supermercado.Killian sonrió al rememorar ese día que no iba a olvidar en la vida, de lo que le impactó la presencia de Camila, que era tan diferente a todas.Para empezar, no tenía nada que ver con las mujeres explosivas con las que salía cuando le apetecía un rato de diversión.Camila era una chica menuda, no debía medir más de un metro sesenta, era rubia, de ojos enormes de un azul profundo como un mar bravo, nariz pequeña y boca en su justo grosor.Vestía con ropas sencillas, una camisa blanca, unos pantalones negros, un abrigo grueso de paño rojo, unos tacones de media altura y un bolso negro que llevaba cruzado en bandolera.Apenas llevaba un poco de brillo en los labios y colorete, el pelo suelto con la raya al lado y tenía un sutil y delicioso olor a rosas.Y a Killian le resultó su imagen tan natural y tan fresca que se quedó muy impresionado, porque era lo más opuesto tanto a las modelos sofisticadas de taconazos y trajes carísimos, como a las aspirantes a secretarias que lucían recogidos adustos y trajes de lo más grises y feos.Ella era distinta a todas. Y solo tuvo que mirarla a los ojos para saber que era la mujer más especial que había conocido en su vida, ya que Camila no podía tener más determinación, coraje y ganas en la mirada.Y con sus palabras, en aquella primera conversación que tuvieron lo confirmó:—Con tu respuesta mataste dos pájaros de un tiro, pues no solo me pusiste en mi sitio, sino que hiciste un alarde de tu talento y de tu inteligencia al mostrarme todo lo que implicaba un trabajo de cajera.—La gente piensa que es un trabajo menor y están muy equivocados. Desempeñando un puesto de cajera aprendí lo que es el trabajo en equipo, a volcarme en el cliente, a hacer inventarios, a conocer el flujo del dinero y a ser puntual. Y, como te dije aquel día, después de dos años de trabajo muy duro en el supermercado en el que aprendí muchísimo, sentí la necesidad de ir a más y de hacerlo con los mejores. Y por lo mucho que había estudiado el mercado, porque a pesar de que no pude terminar mis estudios por circunstancias de la vida, no he dejado nunca de formarme por mi cuenta sobre Inversión y Finanzas, tenía muy claro que la mejor compañía del sector es Macpherson Inversores.—Y te pusiste a hablar sobre la compañía con más criterio y conocimiento que muchos de los consejeros. Me dejaste fascinado y lo remataste cuando, acto seguido, afirmaste que no estabas dispuesta a trabajar en otro sitio. Me gusta la gente que apuesta en grande —comentó Killian risueño, al recordar aquellos tiempos.—Y no era un farol. Si no me llegas a contratar, me habría cambiado de sector. De hecho, mi jefe del supermercado me había pasado el contacto de una empresa siderúrgica que también necesitaba una secretaria de dirección.Killian negó con la cabeza y dijo con una rotundidad que a Camila le encantó:—En la vida te habría dejado escapar, señorita Gibson. Eras justo lo que llevaba mucho tiempo buscando. Y encima eres escocesa como nosotros…Camila sonrió al recordar cuando Killian le comentó ese dato de su biografía el primer día que se conocieron:—Y a mí no se me ocurrió nada mejor que decir que detestaba a Escocia, a los escoceses y a todos sus tartanes.Y Killian volvió a hacer lo mismo que aquel día en que le confesó aquello por primera vez. Se tronchó de risa:—Ja, ja, ja, ja.Camila también se rio y reconoció mientras pensaba en lo guapísimo que era su jefe y lo mucho que le gustaba verle sonreír.Porque Killian, aunque fuera el más serio y reservado de la familia Macpherson, con ella siempre sacaba su mejor humor y se reían mucho juntos.Y de su físico qué podía decir, era un hombre impresionante, de uno noventa de estatura, guapo, de pelo abundante, mirada enigmática y azul, nariz recta, boca perfecta, sonrisa preciosa, cuerpazo increíblemente trabajado y un magnetismo del que era imposible resistirse.No en vano, Killian Macpherson era uno de los solteros más codiciados de Nueva York y tenía a una legión de féminas deseándole echar el lazo.Sin embargo, en ese instante estaba sentado frente a ella, la tenía tomada de la mano y escuchando con suma atención cómo decía:—Tras soltarte aquello, estaba convencida de que acababa de perder todo lo que había ganado hasta el momento y que me ibas a mandar a paseo.—¿Qué dices? ¡Me encantó tu sinceridad! Fue otro punto extra a tu favor. Y luego, ¿recuerdas lo que te dije?Camila se puso seria, asintió y recordó algo que no iba a olvidar en la vida:—Me dijiste que ibas a esforzarte al máximo para que cambiara de opinión y acabara amando a Escocia, a los escoceses y a sus tartanes.Killian la miró a los ojos, después a la boca carnosa que deseaba desde hacía muchísimo tiempo besar y musitó:—Con que termines amándome me basta…Camila sintió una especie de latigazo en su sexo, tragó saliva y musitó con las mismas ganas de besarlo que él:—¿Y correr el riesgo de perder lo que tenemos? Trabajamos bien juntos, somos amigos y yo…Killian interrumpió a Camila posando el dedo índice sobre los labios y habló en un tono de voz que ella encontró sencillamente arrebatador:—Tú solo respóndeme a una pregunta, ¿quieres que te bese?Capítulo 3Camila se moría por ese beso desde hacía mucho tiempo, lo que sucedía era que la pregunta, según ella, estaba mal planteada por lo que replicó, después de que Killian apartara el dedo de la boca jugosa:—No se trata de lo que yo quiera, Killian, se trata de que debo hacer lo correcto. Y lo mejor para los dos es que todo siga como hasta ahora. Ir más allá y dejarnos llevar solo nos traería problemas…Killian frunció el ceño y por poco no rompió los pantalones por la entrepierna, cuando ella se mordió el labio inferior, en un gesto que encontró irresistible. Luego, carraspeó un poco y repuso:—Pienso que es justamente al revés, el problema es no dejarnos llevar…Camila tragó saliva, porque su jefe la estaba mirando de una forma que empapó las braguitas y le explicó:—Si nos dejamos llevar, corremos el riesgo de que baje mi productividad o de que cometa demasiados errores. Y, entonces, la plantilla empezaría a cuestionarse si estoy en el puesto por mis méritos o porque estoy liada contigo, por no hablar de que podrían surgir un montón de conflictos de intereses. Dios, Killian, tú eres un tío inteligente, ¿de verdad que tengo que explicarte esto?Killian se apretó el puente de la nariz, resopló y dijo convencido, puesto que sabía perfectamente quién era Camila Gibson:—No pasaría nada de eso porque tú eres una profesional seria y responsable. Y sé que lo nuestro no afectaría en absoluto a tu rendimiento, ni a tu motivación, ni a tu capacidad de trabajo, ni a tu espíritu crítico. Seguirías diciéndome las verdades que no se atreve a decirme nadie, como hasta ahora, y ni una sola persona pondría en duda en ningún momento ni tu talento ni tus capacidades porque es más que obvio que te has ganado el puesto por tu valía y profesionalidad.Camila se echó la melena a un lado y, muy nerviosa por la deriva que estaba tomando la conversación, le confesó:—Es imposible que todo siguiera igual, después de tener algo contigo.—Desde luego que todo cambiaría, pero para mejor. Yo no tengo duda de que el amor te hace mejor y más fuerte. Mira a Anne y a Duncan, ella potencia lo mejor de él y viceversa. Para mí eso es el amor. Te obliga a ser mejor para el otro. Y yo es lo que quiero hacer, quiero ser mi mejor versión para ti.Camila, que para nada se esperaba que su jefe, en la boda de su hermano, fuera a tirarle los tejos de esa manera, musitó:—Me cuesta creer que esto esté pasando…Killian apretó fuerte las mandíbulas, se llevó la mano al corazón y le dijo para que no le quedara duda:—Llevo demasiado tiempo callando lo que siento y hoy me he dado cuenta de que no puedo soportar ni un segundo más sin abrirte mi corazón. Anne me ha ayudado mucho a madurarlo y hoy en la ceremonia, los he visto tan felices y he sentido tanta admiración por el paso que han dado, que han sido una inspiración muy fuerte para mí y aquí estoy abriéndome en canal porque estoy enamoradísimo de ti, Camila.Camila suspiró y, creyendo que el corazón se le iba a salir por la garganta, farfulló:—Pero es que hay cosas de mí que…Camila bajó la vista al suelo, se le quebró la voz y Killian que no soportaba verla así, le alzó la barbilla con la mano, le clavó la mirada y dijo:—Me gusta todo de ti. Me gustas tal y como eres.Camila, estremecida de emoción y de deseo, le miró a los ojos azules que eran puro fuego, luego a la boca que había soñado tantas veces con besar y susurró:—Y tú me gustas a mí, pero…—¡Al cuerno el pero! —exclamó Killian que se acercó tanto a ella que casi que los labios de ambos se rozaron.Y, entonces, Camila, ya sí que no pudo más y le besó en los labios, despacio y suave. Luego, Killian empujó con la lengua para penetrarle la boca y se desató la locura.Ella entreabrió los labios, él invadió la boca dulce y cálida, las bocas se acoplaron, las lenguas se enredaron y el beso se volvió intenso, lascivo y exigente.Camila le agarró por la nuca con las manos para que no dejara de besarla, para que lo hiciera más duro y más profundo, y él la besó justo como deseaba hasta que los dos se quedaron sin aliento.A continuación, se quedaron mirándose, con los labios casi pegados y Camila preguntó pues era algo que le preocupaba muchísimo:—¿Y ahora qué? Tendremos que firmar un contrato consensual para evitarnos cualquier tipo de problema, en el que se estipule que nos relacionamos de forma voluntaria y que en cualquier caso jamás va a implicar ningún favoritismo por tu parte hacia mí, ni esto va a derivar en una merma de mis competencias, ni…Killian, que lo que en menos estaba pensando en ese momento era en el trabajo, masculló con un bulto en su entrepierna que era escandaloso:—Por mi parte no tengo necesidad de firmar nada porque confío absolutamente en ti. Sé que jamás me meterías en ningún lio por falta de ética o de escrúpulos y estoy seguro de que siempre vas a tener un comportamiento exquisito en la empresa como profesional. Pero si tú necesitas un documento que avale…Camila le interrumpió porque le urgía que su jefe la entendiera:—Lo que me sucede es que tengo miedo a que el deseo y la pasión puedan poner en peligro lo que tenemos. Tu amistad es muy valiosa para mí y trabajar en tu empresa es lo mejor que me ha pasado en la vida. No quiero que cambie nada. Y si hay alguna manera de protegernos ante cualquier posible eventualidad, yo no tendría inconveniente en firmar un contrato.Killian la agarró por los hombros y replicó convencido de que Camila le hacía sentir como nadie:—Confío en ti y no necesito nada más.Después, la volvió a besar en los labios, las bocas encajaron a la primera y las lenguas volvieron a desatarse en una excitante danza que provocó que Killian recorriera la espalda de Camila con la mano y que ella posara la suya sobre el torso duro y fuerte que era un verdadero escándalo.Porque su jefe estaba como quería y de solo tocarle esos pectorales perfectos había sentido un latigazo en el clítoris que la tenía chorreando.Así de brutal era el impacto que ejercía Killian sobre ella, pero es que a Killian le estaba pasando lo mismo, pues ya solo tenía ganas de hacérselo hasta que gritara su nombre.Si bien, de momento, se tuvo que conformar con la boca jugosa, que devoró hasta que escuchó de pronto un carraspeo y luego unas risitas de lo más tontas que les obligaron a apartarse.Y comprobaron que era Gare, el tercero de los cuatro hermanos Macpherson y el más mujeriego, que acababa de salir al jardín acompañado de dos bellezas a las que llevaba cogidas por la cintura.