Descargar DIOSA de Jossie Luque en EPUB | PDF | MOBI

Descargar DIOSA de Jossie Luque en EPUB | PDF | MOBI

Reseña del libro DIOSA de Jossie Luque

La sinopsis de DIOSA de Jossie Luque

DIOSA de Jossie Luque pdfDIOSA: First Love II de Jossie Luque pdf descargar gratis leer onlineA ruedas, el primer amor no se convierte en el orden educado, otorgándonos aferré inventar a hombres mágicas e nuevas.selene es una hormiga duro que jamás se ha cautivado, por tanto organice firmemente que el suficiencia está completo de observaciones muy pesados de felicitar. para ella, el entrañas es un huella que no tiene reconstituye y se persevera separada de él para no corromperse.ismail es un tenorio de ojos índigos y cámara de desvergüenza, pero tiene un generosidad mortifico al que no le ha compensado las consternaciones.no ha sido digno de mejorar ese vuele pensamiento, donde poder condescender mundologías pachuchas, para influir circular por originales senderos con candor.no hay suave que sea tal para cual. lo célebre es la embrujo que los brinda y los ampara casados.A veces, el primer amor no llega en el orden correcto…PrólogoTenerife / 10 de febrero 2019SeleneHoy he tenido un día de lo más estresante en el trabajo, y correr me despeja.Solo tengo que pensar en poner un pie delante del otro y huir de mis pensamientos lo más rápido que pueda.¡Aunque, no es fácil de conseguir!El Sr. Fayett, Director General de la cadena hotelera en la que trabajo, me ha hecho una oferta en la que debo pensar, porque de ello depende mi futuro profesional.No tengo muy claro lo que debo hacer, pues sería un gran cambio en mi vida, tanto en el ámbito profesional como en el personal.Si acepto, tendría que irme a vivir a Estambul y ¿qué sé yo de Estambul? Pues prácticamente nada. Apenas he salido de Canarias. Sería como empezar de nuevo, en un país totalmente desconocido para mí, y con unas costumbres muy diferentes a las mías.No sé, porque lo estoy pensando tanto. Es una gran oportunidad, y aquí no me retiene nada.Soy buena en lo que hago y el Sr. Fayett confía en mi para ese puesto, debería lanzarme a la aventura con los ojos cerrados…La noche es cálida para el mes de febrero. El paseo está lleno de turistas a los que tengo que sortear mientras corro bordeando la playa de Las Vistas en dirección al muelle de Los Cristianos.Bajo por uno de los accesos de la playa, y me descalzo para caminar por la arena hasta llegar a la orilla del mar.¡Voy a echar de menos todo esto!Me quito la ropa, y me meto en el agua. Nado y nado, alejándome lo suficiente de la orilla como para contemplar de lejos el pueblo de Los Cristianos, mi hogar desde hace casi diez años.Cuando llegué aquí para hacer las practicas del curso de hostelería, también estaba asustada. Solo tenía dieciocho años recién cumplidos y todo era nuevo para mí. Apenas había salido de la casa cuna donde me crie, más que para estudiar. Venir a trabajar al sur de la isla era toda una aventura para mí.Cuando entré al hotel por primera vez me pareció el lugar más impresionante y bonito que había visto en mi vida, y el temor se volvió felicidad. Cada día descubría algo nuevo. Aprendí de todos los que quisieron enseñarme. Me apunté a todos los cursos que ofrecía el establecimiento, a saber: cursos de idiomas, de seguridad en el trabajo, de calidad, incluso hice uno de bombera.No quería irme de ese hotel e hice lo inimaginable para que me contrataran tras terminar mis prácticas. Cuando el Sr. Fayett me dijo que había sido la mejor becaria que habían tenido en muchos años, me sentí la muchacha más feliz y orgullosa del mundo. Él mismo me contrató como ayudante de recepción para premiar todos mis esfuerzos. Me ha ayudado mucho durante todos estos años, siempre que he tenido un problema he acudido a él, y no puedo, ni quiero defraudarlo. Se lo debo.Nado de regreso a la orilla y me siento en la arena a contemplar la puesta de sol.Tengo que organizar muchas cosas antes de irme. Debo averiguar cómo llegar con mi moto hasta allá, y debería alquilar un trastero donde guardar las cosas que no quiero dejar en mi bonita casa, pues el tiempo que esté fuera la alquilaré, así se irá pagando la hipoteca mientras no estoy. También debería buscar un sitio donde alojarme en Estambul, pues no quiero estar todo el día trabajando en el hotel y luego dormir allí también. Aine seguro que puede ayudarme con eso, la llamaré. Estoy segura de que se alegrará mucho cuando le diga que voy para allá. Aunque seguimos en contacto, hace meses que no la veo, desde el verano pasado que estuvo aquí con su guapo marido y su encantadora niña.Las dos somos miembros del mismo club de moteros de Tenerife, el C. D. Duck. Mi moto no es tan espectacular como su Harley, pero mi Suzuki es una buena burra que no me ha dejado tirada nunca.Aine es la hija de mi jefe. Desde que su padre nos presentó, hemos sido muy buenas amigas, tenemos muchas cosas en común, aparte de las motos. A ambas nos gusta mucho leer y no somos mucho de discotecas, preferimos recorrer las islas en moto, quedarnos en casa leyendo un buen libro, o viendo películas antiguas.Pues ya está decidido, mañana le comunicaré al jefe mi decisión.¡Me voy a Estambul!Capítulo 1Estambul / 23 de marzo de 2019SeleneDesde que decidí venir a Estambul hace un mes, todo han sido preparativos, ni tiempo he tenido de pensar en lo que me estaba metiendo, pero ya no hay vuelta atrás, pues ya estoy aquí.El viaje ha sido larguísimo, pero he aprovechado mis vacaciones para hacerlo.Salí de Tenerife hace catorce días en un barco que me llevó hasta Barcelona, donde pasé el día entero recorriendo la ciudad. Al día siguiente embarqué en otro barco que me llevó hasta Italia, concretamente a Civitavecchia. He recorrido 2.223 kilómetros atravesando Italia, donde visité a mi amigo Marco en Roma, y pasé dos días maravillosos con él. Seguidamente me dirigí a Florencia, Bolonia y Venecia, entre otras ciudades italianas. Luego, seguí camino hasta Zagreb en Croacia, Belgrado en Serbia, y desde ahí hasta Sofia en Bulgaria. Tengo que decir que recorrer estos tres países en moto ha sido alucinante, y una experiencia que nunca olvidaré. Los paisajes, la comida y las casas donde me alojé mientras los recorría, eran lugares de ensueño, casi de cuento.Después de conducir casi dos días, parando sólo para repostar, descansar y comer, llegué a la provincia de Edirne, ya en Turquía, donde he pasado la frontera por el puerto fronterizo de Kapikule, donde he tenido que esperar más de ocho horas haciendo cola para poder cruzarla.Ya he llegado a Estambul, donde el tráfico es caótico. He parado dos veces para consultar el GPS con la dirección que me ha enviado Aine, y voy a tener que parar una tercera vez, porque creo que me he perdido. La llamaré, y que me indique mejor, porque estoy tan cansada que ya no sé ni dónde estoy.Aparco junto a un pequeño parque, y me bajo para estirar las piernas. Saco el móvil, y marco el número de Aine.—¡Hola, mi niña! ¿Por dónde andas? —responde casi de inmediato.—Ya estoy en Estambul, pero ando más perdida que un pulpo en un garaje. ¡Muchacha! esto es una locura de calles.—Ja, ja, ja, cómo me gusta ese acento canario tuyo. A ver, busca un punto de referencia. Dime qué ves. ¿Ya estás en el barrio o aún no?—Yo qué sé. He cruzado el puente de Gálata, ya pasé por Karaköy, y según el GPS estoy en Beşiktaş.—¡Ay! ¡Qué bien! Pero si ya estás casi en el barrio.—¿Sí? pues he llegado de chiripa. Espera a ver si encuentro el nombre del parque donde estoy, o el nombre de la calle, porque anda con los nombres de aquí también, son para echarles de comer aparte.—Ja, ja, ja, pues ve acostumbrándote. Te envío mi ubicación al móvil, y así lo encuentras antes. ¿Te parece?—Ok, porque no veo ningún cartel indicador por aquí.—Es la dirección de tu nueva casa, te espero aquí. Estoy deseando darte un achuchón, ja, ja, ja.—Pues ya voy para allá, si no me vuelvo a perder, claro está. Hasta ahora.Cuando cuelgo, espero el mensaje de Aine con su ubicación, y parece que no está muy lejos de aquí. Me subo a la moto y en diez minutos la veo frente a mí. Está en medio de la calle haciéndome señales como una loca. Paro junto a ella, me quito el casco y sin bajarme aún de la moto, ya la tengo colgada al cuello partida de la risa, dándome besos y abrazos a mansalva.—Qué alegría que estés aquí, Selene, no veía la hora de que llegaras.—Estoy muerta, amiga. Anda, déjame bajar para darte un abrazo en condiciones.—No. No te bajes, me subo yo.—¿A dónde vamos? ¿No es aquí?—Sí, entra por ahí. Vamos al aparcamiento, así sabrás cuál es tu estacionamiento, y desde ahí subimos a tu nueva casa.—Venga, sube. Sujétame el casco. —Bajamos al garaje y aparco mi burra donde me indica Aine. En el estacionamiento A-1.Saco mis pocas pertenencias de las alforjas de la moto y sigo a mi amiga hasta el ascensor. Subimos a la última planta donde solo hay dos puertas A-1 y A-2, e imagino que mi puerta es la A-1, como el estacionamiento. Al abrir la puerta, alucino con lo bonito que es el ático, pero, sobre todo, con las maravillosas vistas que se divisan desde la terraza.—¿Te gusta? —me pregunta mi amiga con cara sonriente.—¡Es precioso! Voy a pasar mucho tiempo aquí fuera. ¡Vaya vistas! Me encanta que se vea el mar desde aquí. Así no lo echaré tanto de menos.—Sabía que te gustaría. Mira, ese es el hotel de papá —dice señalando un edificio dos calles más allá.—¡Vaya! Está muy cerca, es genial. —Es más pequeño que los hoteles de Tenerife pues es un hotel de ciudad, pero tiene una pinta estupenda desde aquí, y ya tengo ganas de verlo más de cerca.—Ven, te enseñaré el resto del apartamento. He colocado las cosas que enviaste y te he preparado un pequeño despacho aquí, espero que te guste.Aine me enseña mi habitación. Es muy espaciosa y ya están mis cosas aquí. Tiene un gran baño que pienso utilizar de inmediato, pues debo oler a rayos.El despacho es muy sencillo, pero me encanta. Para trabajar no necesito más. Hay una mesa grande, una buena silla y una estantería. También tengo una habitación de invitados.—Gracias, Aine, me encanta. Es perfecto.—Debes de estar muy cansada, pero a la noche te esperamos en casa para cenar. Date una buena ducha y come algo. Te he comprado algunas cosas y te he traído comida del bar de mi amiga Demet para que almuerces, está en la nevera. Instálate y descansa.—Sí, necesito una ducha y dormir con urgencia, estoy muerta, me duele todo el cuerpo.—Bueno, pues yo me voy. Te esperamos a las nueve para cenar. Te mando la ubicación para que no te pierdas. —Me da otro abrazo—. ¡Qué contenta estoy de que estés aquí!—Ja, ja, ja, se nota, sí.—Ciao, bella.—Ciao. —La acompaño hasta la puerta. Cuando la cierro, lo primero que hago es ir a la habitación, desnudarme, y meterme en la ducha. Permanezco bajo el agua caliente durante un buen rato, necesito desentumecer mis músculos, que mi cuerpo recupere la flexibilidad, porque tantas horas subida a la moto me han dejado el cuerpo entumecido. Al salir de la ducha me dirijo a la cocina para ver qué me ha dejado Aine para comer. Hay varios recipientes con comida turca que hulen muy bien, pero que no tengo ni idea de qué es cada cosa. En uno de los recipientes hay lo que parecen unas verduras en salsa, y decido comer eso con un poco de arroz blanco.Me siento en la terraza y como directamente de los recipientes hasta quedar satisfecha. Al terminar, recojo lo poco que he ensuciado y me meto en la cama donde me quedo dormida casi de inmediato.He dormido tan profundamente que cuando ha sonado la alarma del teléfono, no sabía ni donde estaba.Aine ya me ha enviado la ubicación de su casa, así que me doy una ducha rápida para despejarme, me enfundo unos vaqueros, una camiseta blanca con el anagrama de Levi’s en el pecho, cojo mi chaqueta del club de moteros, el casco y la mochila donde meto los regalos que he traído de Tenerife para Aine y su familia, y me dispongo a salir del apartamento.No miro por donde voy, pues busco el móvil para saber hacia donde tengo que dirigirme cuando salga del garaje, y tropiezo con un pecho musculoso que huele de maravilla. Cuando levanto la mirada, unos ojos de color azul turquesa me miran muy de cerca. El tipo tiene una sonrisa deslumbrante y es guapísimo.—¡Joder, mi niño! ¿Todo esto es tuyo? —le digo mientras paso la mano por su pecho disimuladamente y sonrío como una boba.El macizo no dice nada, pero me mantiene sujeta por la cintura muy pegada a su cuerpo, mirándome fijamente. Yo le empujo levemente y él me suelta de inmediato.—So sorry! —(‘Lo siento mucho’) le digo en inglés. Porque lo poco que he aprendido del turco en este último mes se me ha olvidado de repente al chocar con tanto musculo.—Are you okay? —(‘¿Te encuentras bien?’) me pregunta muy amablemente.¡Qué voz más bonita tiene!—Sí, sí, algo mareada por la impresión, pero es normal. ¿Tú te has visto, mi niño? ¡Uf! Pero qué bueno estás. ¿Todos los turcos son como tú? —le contesto en español. Ya no sé ni en qué idioma hablo, parezco una loca. Menos mal que no me entiende, por eso le dedico mi mejor sonrisa.Él se echa a reír, recoge mi mochila del suelo y me la entrega.—Thank you. —Agarro la mochila y me la cuelgo a la espalda, mientras él sigue mirándome.—Hello, my name is, Selene —(‘Hola, mi nombre es Selene’) extiendo mi mano para que me la estreche. Él no duda un segundo y coge mi mano entre las suyas. Son grandes y fuertes.—Nice to meet you, my name is Ismail —(‘Encantado de conocerte, mi nombre es Ismail’).—Ismail —repito como una tonta, mientras lo miro.—Selene —repite él también. Parecemos dos auténticos atontados. Separo mis manos de las suyas e intento volver a mis cabales.—I have to go now. —(‘Tengo que irme’) Me doy la vuelta y me dirijo al ascensor. Cuando llego, pulso el botón de llamada con claros síntomas de ansiedad y nerviosismo. Miro hacia donde he dejado al macizo de Ismail, y allí sigue, mirándome y sonriendo. Se da la vuelta y entra en el apartamento contiguo al mío, en la puerta A-2.Cuando llega el ascensor, entro rápidamente y pulso el botón del aparcamiento.—Tendré que darle las gracias a Aine por haberme conseguido este apartamento tan chulo, con ese pedazo de vecino.Voy sonriendo por el garaje hasta llegar a la moto, me pongo el casco, y me subo en ella. Al salir miro hacia arriba y allí está él, mirando hacia abajo. Menos mal que con el casco puesto no puede ver cómo me parto de la risa. Consulto el móvil y lo coloco en el dispositivo que compré, para sujetarlo durante el viaje. No puedo parar de sonreír, creo que me va a gustar vivir en Estambul.Parece que la casa de Aine no está muy lejos de aquí, conduzco siguiendo el GPS y llego en unos minutos. Sé que es su casa porque su moto está aparcada en la entrada. Estaciono junto a su preciosa Harley y me dirijo hacia la puerta para llamar, pero antes de hacerlo, Aine ya ha abierto la puerta.—Sabía que eras tú. ¡Bienvenida! —Lleva a su hija Sarah en sus brazos.—Gracias, Aine —Le doy un beso—. ¡Sarah! ¡Qué mayor estás! pero ya lo sabía, tu abuelo me ha enseñado fotos tuyas, y como ya eres una niña grande, te he traído un regalo que te va a encantar —le digo a la niña cogiéndola entre mis brazos.—¿Me has traído un regalo? —me pregunta mientras entramos.Nos dirigimos al salón donde está el guapo de Ömer Kaya sentado en el sofá.—Sí, y también he traído regalos para tus papis —digo mientras me acerco a Ömer que ya se ha levantado para saludarme, y me da un beso y un abrazo.—¡Bienvenida, Selene! ¿A mí también me has traído un regalo? —me pregunta sonriendo mientras coge a su hija en brazos.—Sí, hay regalos para todos —digo mientras saco los paquetes de la mochila—. Este es para ti, Sarah. —Le entrego el paquete a la niña—. Este es el tuyo. —Le doy el suyo a Ömer, que por el olor ya sabe lo que es, y sonríe divertido mientras lo abre.—Toma, Aine, para ti también hay un regalo. —Le doy su paquete.—¡Gracias! —Los tres abren sus regalos y me parto de la risa con sus caras de sorpresa. Para las chicas he traído unas cazadoras de cuero con el nuevo anagrama del club de moteros, y para Ömer un queso de Fuerteventura que sé que le gusta mucho.—Ömer, mira qué chula la cazadora de Sarah, parece una motera —dice Aine partida de la risa al ver lo graciosa que está la niña con su chaqueta.—Lo que nos faltaba, otra motera en la familia, entre las dos vais a acabar conmigo.Me parto de la risa con ellos, son adorables los tres.—Selene, me encanta este queso, gracias por acordarte. Iré a partir unos trozos y lo probamos. —Parece que he acertado con los regalos, sobre todo con el de Ömer.Me siento en el sofá con Aine, y la pongo al día sobre los amigos en común que tenemos en Tenerife. Ella me habla del nuevo hotel, y me dice que ahora vendrá un amigo de ellos que trabajará conmigo, y así lo conozco. Me dice también que hasta ahora él se ha ocupado de casi todo lo concerniente a la inauguración del hotel, pues es muy conocido en Estambul, además de ser un excelente relaciones públicas.De repente se abre la puerta de la calle, la niña salta de los brazos de su padre, y sale corriendo, diciendo:—Tío Iso, ha venido el tío Iso. —Desde donde estoy sentada no veo quien entra, y miro a Aine algo desconcertada.—¿Tío Iso?—Ja, ja, ja, sí. Es a quien estábamos esperando. Iso es el mejor amigo de Ömer, como un hermano, y también es el padrino de Sarah.Ambas nos levantamos para recibirlo. El invitado entra con la niña en brazos y sonriendo.—¡No jodas! —suelto de repente, y los tres me miran sorprendidos.Me doy cuenta en ese momento que lo he dicho en voz alta, y me tapo la boca con la mano, mientras noto cómo mi cara se calienta por momentos.El tío Iso ¿es Ismail, el vecino macizo?Capítulo 2SeleneEstas cosas solo me pasan a mí. Resulta que el vecino macizo, es el mejor amigo de Aine y Ömer, el padrino de su hija, y para colmo, trabajará conmigo en el hotel.¡Madre mía! Ahora solo falta que hable español, y que haya entendido la sarta de tonterías que le he dicho hace un rato en el edificio donde vivimos uno frente al otro.Intento recomponerme de la impresión inicial, y de las miradas de sorpresa de todos, incluida la de Ismail.—¡Hola, Iso! —dice Aine dándole un beso—. Ella es Selene, la directora del hotel.Yo permanezco ahí plantada sin salir de mi asombro mientras él se acerca a mí, y extiende su mano a la vez que dice sonriendo y en un perfecto español:—Encantado de conocerte, Selene.¡Tierra, trágame!Levanto mi mano a cámara lenta, cojo la suya, y le respondo muy educadamente.—Igualmente, Iso. —Su sonrisa cómplice, y su gesto, me dan a entender que no me delatará ante nuestros amigos, así que le devuelvo la sonrisa, y me quedo más tranquila. Aunque debería disculparme por lo inapropiado de mis palabras de esta tarde, o quizás no, él parece complacido y por su pinta diría que está acostumbrado a que las mujeres digan barbaridades ante él.—Vamos a sentarnos, la mesa ya está lista. Cenaremos en el jardín que hace muy buena noche. Selene, ¿Me ayudas a sacar la comida?—Por supuesto. —Sigo a Aine hasta la cocina—. ¿Por qué no me dijiste que era mi vecino?—¿Y cómo sabes que es tu vecino? —me pregunta sorprendida.—Me he tropezado con él cuando salía hacia aquí esta tarde, y, amiga, le he dicho una sarta de barbaridades que ni te imaginas. Pensé que no me entendía.Aine se tapa la boca con la mano y se parte de la risa.—¿Qué le has dicho, loca?—Yo qué sé, ni me acuerdo, que, si todos esos músculos eran de él o algo así, y que estaba buenísimo, no recuerdo ni lo que dije. ¡Dios, qué vergüenza! —Aine no para de reírse—. No te rías, tía, te juro que en mi vida había pasado tanta vergüenza. Cuando lo he visto entrar se me han aflojado hasta las rodillas. Y encima habla español, la cagada completa.—Ja, ja, ja, no te preocupes, Iso está acostumbrado a que todas las mujeres le digan cosas como esas. Es muy buen tío, ya ves que no ha dicho nada, y te ha saludado como si no te conociera. No le des importancia, él no se la ha dado. Será una anécdota entre los dos.—Espero que sea así porque lo voy a ver todos los días en el trabajo y también en casa. ¡Madre mía! Esto es llegar y besar al santo.—Vamos. Llevemos esto a la mesa antes de que se enfríe.Salimos al jardín y colocamos las bandejas sobre la mesa. Aine se sienta junto a su marido y a mí me toca sentarme junto a Ismail el macizo.Gran parte de la velada hablamos sobre el hotel y los asuntos que aún quedan por resolver antes de la inauguración, que será dentro de quince días.Aine y Ömer recogen la mesa al finalizar la cena. Yo me ofrezco a ayudarles porque no quiero quedarme a solas con Iso, pero rechazan mi ayuda, y al final nos quedamos solos en el jardín.—Iso, perdona por mis comentarios de esta tarde —le digo sin mirarlo siquiera.—Está olvidado, no te preocupes —dice sonriendo casi burlándose de mí, y eso me enfada.Levanto la cabeza y lo miro directamente a los ojos. Será creído el tío.—Debe de ser alucinante vivir allá arriba. ¿No?—¿Dónde? ¿En el ático?—No, niño, en ese cielo de tíos buenos donde vives tú —le suelto de repente.La carcajada de Iso hace que me enfade aún más. Me levanto y camino hacia el final del jardín, donde me apoyo en la barandilla, respiro hondo y me tranquilizo admirando las vistas.—¡Selene! —Me asusto al oír su voz, y doy un respingo—. Perdona, no quería asustarte.Lo miro muy seria, sin decir nada.—Creo que tienes un concepto muy equivocado sobre mí —comienza a decir mientras apoya la espalda contra la barandilla, cruza los brazos sobre su pecho musculoso y me mira fijamente—. Me gusta cuidarme, hago ejercicio y procuro ir siempre bien vestido y aseado. Eso no me convierte en un superficial. No voy a negar que me gusten los halagos, porque sería un hipócrita, y menos si vienen de una mujer tan bonita como tú… —Hace una pausa y yo sigo sin decir nada—. No me juzgues antes de conocerme, porque yo no lo he hecho contigo después de lo de esta tarde.Se incorpora alejándose de la barandilla, y comienza a caminar en dirección a la mesa.¡Por Dios! ¿Es posible meter la pata tantas veces seguidas en una misma tarde?Te has coronado, Selene. Eres y serás siempre una desconfiada y una altanera. Siempre te muestras distante y altiva ante los demás cuando sabes que no eres así. Eso está bien en el trabajo, porque, en el trabajo si no eres así, te comen, pero Iso no te ha hecho nada. Has sido tú la que se ha lanzado a decirle de todo y ¿qué clase de disculpas son esas? «Disculpa lo de esta tarde» y a continuación un ¡zasca! en toda la boca.Creo que es mejor que me vaya, ya me he humillado bastante por hoy. Me dirijo a la mesa cojo mi chaqueta y entro en el salón. Ömer y Aine vienen de frente con el té y se detienen al ver mi cara de pocos amigos.—Selene, ¿estás bien? ¿Dónde vas?—Me voy ya chicos, estoy muy cansada del viaje.—Mujer, tómate el té antes de irte —me suplica Aine.—La verdad, no me apetece. No me encuentro muy bien y prefiero irme, lo tomaremos otro día. ¿Vale? —Me acerco y le doy un beso a cada uno—. Adiós, chicos, gracias por la cena, estaba todo buenísimo —les digo mientras me dirijo a la salida. Cojo el casco y salgo cerrando la puerta tras de mí.Capítulo 3Ismail—¿Iso, qué ha pasado? —me reprocha mi cuñada nada más salir al jardín. Deja la bandeja con el té sobre la mesa y se sienta a mi lado—. ¿Por qué se ha ido Selene tan de repente?—Y yo qué sé. Es un poco rarita. ¿No?—Iso… —me advierte.—Te juro que yo no he hecho nada. Solo le aclaré algunas cosas con respecto a mí.—Explícame eso.—Conocí a Selene esta tarde por fuera del ático. Ambos tropezamos en el pasillo y ella empezó a decirme cosas como una loca. Pensó que no entendía lo que me decía y yo no la saqué de su error, solo me divertí un rato, me hizo gracia, ja, ja, ja. Ahora ha intentado disculparse y le dije que lo olvidara, que no tenía importancia y me dijo que si se vivía bien allá arriba. Pensé que se refería al ático, pero no, se refería al cielo de tíos buenos donde se supone que vivo yo, así que le aclaré un par de puntos sobre mí, y le dije que no me juzgara antes de conocerme porque yo no la he juzgado a ella por las tonterías que me dijo esta tarde. Eso es todo.Los dos se miran en silencio y comienzan a reírse.—Se juntaron el hambre con las ganas de comer, ja, ja, ja —se mofa mi cuñada.—¿Y eso que significa? —pregunto desconcertado.—Creo que los dos sois muy parecidos. ¿Sabes?—¿Y en qué nos parecemos? Si se puede saber…—Tienen el mismo carácter. Selene es de buenas intenciones, y aunque es tímida, también es muy orgullosa. Sabe que es guapa y lo utiliza, igual que tú, para manejar a la gente. Con una sola sonrisa consigue todo lo que quiere.—Yo no soy así, y lo sabes —protesto.—Lo sé, igual que sé bien como es Selene y tampoco es así. Es una niña sencilla con un corazón enorme, que se crio en un orfanato y aprendió a comportarse así para sobrevivir. Se hace la dura, pero si tienes la oportunidad de conocerla te encantará. Es divertida, ocurrente, y muy cariñosa. Seguramente se ha ido avergonzada por lo que hizo, y por lo que le dijiste.Me quedo en silencio pensando en lo que me acaba de decir mi cuñada, y pienso que seguramente sea así, que simplemente hemos empezado con mal pie.Tomo el té con ellos y charlamos de mil cosas. No volvemos a nombrar a Selene en todo ese rato, pero yo no me la saco de la cabeza.Al llegar a casa me fijo que en el estacionamiento de al lado no está la moto de Selene. Cuando entro en el apartamento salgo a la terraza y cotilleo asomándome en dirección al apartamento de ella, pero todo está a oscuras, no ha llegado y es extraño porque salió mucho antes que yo. ¿Dónde habrá ido? No conoce la ciudad, ni a nadie aquí, y ya es muy tarde. Permanezco en la terraza un buen rato esperando a ver si la veo llegar, y pasa casi una hora cuando oigo el rugir de una moto. Me asomo, y la veo entrar en el garaje.Instintivamente me dirijo a la puerta de entrada, la abro y espero a que llegue el ascensor.Cuando se abren las puertas una Selene muy seria y con los ojos rojos me mira extrañada.—¿Estás bien? —Me preocupa su aspecto.—Sí. ¡Buenas noches! —me dice agachando la cabeza mientras se dirige a su apartamento. Abre la puerta y se pierde dentro.—¡Es rara de cojones! —Entro y cierro la puerta. ¿Qué le habrá pasado? Parece que ha estado llorando. Salgo a la terraza y todo sigue a oscuras a excepción de su habitación, y decido que sea lo sea que le pase, no es asunto mío. Me voy a la cama, mañana será otro día.Capítulo 4SeleneNo sé qué me pasa, de repente me he sentido muy sola. Hacía mucho tiempo que no me sentía así. Todo lo que me rodea es extraño para mí, las gentes, los olores, las miradas, el idioma, todo me es desconocido, y me siento vulnerable e insegura.Este sentimiento de soledad y angustia no me deja respirar. Desde que le dije al Sr. Fayett que aceptaba su oferta, las cosas se precipitaron como en una avalancha. Preparativos para dejar todo en orden en Tenerife, organizar el viaje, el viaje en sí, todo ha pasado tan rápido que ahora que he parado y ya estoy aquí, me doy cuenta de lo precipitado que ha sido todo, y de que no sopesé bien mi decisión.Siempre me he caracterizado por pensar bien las cosas, y sopesar los pros y los contras antes de tomar cualquier decisión, pero en esta ocasión he cerrado los ojos y me he lanzado al abismo, y ahora mismo, siento que caigo y caigo, y no encuentro a qué agarrarme.¿He cometido un error viniendo aquí? En Tenerife tenía una vida acomodada y tranquila, y he cambiado todo eso por venir aquí sin saber bien qué se espera de mí, ni si seré capaz de realizar el trabajo que se me ha encomendado. Siento la necesidad de salir corriendo.¡Quiero volver a casa!Me levanto de la cama agobiada por mis pensamientos y salgo a la terraza para que me dé el aire.Me enrosco en el sofá que está en un lateral de la terraza, y me refugio en la oscuridad de la noche, para dar rienda suelta a mis lágrimas y sacar toda esta angustia que siento.IsmailTumbado en la cama pienso en lo que me dijo Aine sobre Selene, y en el estado en el que llegó hace un rato. Si es como me dijo mi cuñada, y esa actitud suya es una apariencia, debe de pasarle algo serio que le ha afectado mucho, porque estoy seguro de que esa mirada triste y esos ojos rojos, son de haber estado llorando. Espero que no le haya pasado nada el tiempo que ha estado fuera.Presto atención al oír el ruido que hace la puerta corredera de la terraza del ático de al lado. Me levanto, y miro por la ventana de mi habitación. La veo salir a la terraza, solo lleva puesto una camiseta corta y su ropa interior. Permanece ahí parada unos segundos, luego mira a su alrededor y desaparece de mi vista. Debe de haberse sentado en el sofá que hay pegado a la cristalera que separa las dos terrazas. Salgo sin hacer ruido. Me acerco y la oigo llorar. Siento cómo se me forma un nudo en el estómago, y no sé qué hacer. Tomo asiento junto a la cristalera, y permanezco allí sentado, en silencio, hasta que parece que se tranquiliza y deja de llorar.Sin hacer ruido me subo a mi sofá y miro por encima de la cristalera. Parece que se ha dormido. Está enroscada en el sofá y la observo detalladamente. Es muy atractiva, su larga melena cubre parcialmente su rostro que brilla bajo la luz de la luna por las lágrimas derramadas. Tiene un cuerpo espectacular y unas piernas muy largas. El tanga que lleva puesto no deja mucho a la imaginación, y me deleito contemplando su redondeado y bien torneado trasero.¡Allah! ¡Allah! La chica lo está pasando mal y yo aquí mirándola como un pervertido. Me bajo del sofá reprochándome a mí mismo mi actitud, y entro a por una manta.Si se queda ahí toda la noche, se helará.Salgo, abro la cancela que comunica las dos terrazas, y paso a la de Selene. Estiro la manta y la cubro con ella.¿Qué te pasa preciosa? Retiro con cuidado el mechón de cabello que cubre su rostro, dejando a la vista sus largas pestañas aun húmedas.Debes sentirte muy sola. ¿Verdad? La abrigo bien, y me quedo ensimismado observándola por un largo rato.Cruzo de nuevo hacia mi terraza y vuelvo a mi habitación.Capítulo 5SeleneMe despierto con las primeras luces del día y no recuerdo ni donde estoy. ¿Qué hago en la terraza?Alguien me ha tapado con una manta. Me incorporo e imagino quien debe de haber sido el buen samaritano que me ha abrigado, Iso.Miro por debajo de la manta y reviso qué llevo puesto.¡Santo Dios! Voy casi desnuda. Solo llevo una camiseta muy cortita y un tanga. Ya le he enseñado el culo al macizo de al lado, justo lo que me faltaba para rematar la faena de ayer.Me levanto rápidamente y miro a mi alrededor. Parece que no anda por ahí. Doblo la manta y la dejo colgada sobre la puerta que separa las dos terrazas. Entro corriendo con mi culo al aire, y cierro la puerta de la terraza.Muy bien, Selene, empezamos de maravilla este segundo día en Estambul, escondiéndome del vecino. Voy al baño para ver mis pintas y son horribles, tengo ojeras y los ojos hinchados de la llantina de ayer. Espero que Iso no me haya oído, porque entonces, apaga y vámonos.Me meto en la ducha, y pienso en la imagen distorsionada que debe de tener Iso sobre mí. Para él debo de ser una mujer de lo más rarita. Nada más conocerlo le tiro los tejos como una gata en celo, luego intento disculparme acusándolo de ser un creído, y más tarde me encuentra medio desnuda en la terraza. Pensará que soy una loca atolondrada.Al salir de la ducha decido que dedicaré el día a conocer los alrededores. Espero que a la luz del día me guste más esta extraña ciudad.Me pongo un vestido largo de manga corta en tonos mostaza, y unas sandalias planas de color marrón. Cojo mi bandolera de rafia, y me la paso alrededor del cuerpo, es redonda y me queda muy bien con este vestido. Meto dentro el móvil, las llaves y la cartera. ¡Ya estoy lista!Antes de salir me miro en el espejo de la entrada y recojo mi larga melena en una coleta alta.Cuando salgo a la calle decido acercarme al hotel, siento curiosidad por ver cómo es.Hoy es domingo, y mañana será mi primer día de trabajo. Por fuera es espectacular. Aunque es nuevo, parece un edificio antiguo remodelado. Es de piedra blanca y las barandillas de los balcones son de hierro forjado en color negro, donde destacan mucho los geranios rojos que decoran las jardineras que cuelgan de ellos. No es muy alto, solo tiene cinco plantas. La entrada es sobria y sencilla. Como dice el Sr. Fayett, que la impresión se la lleven al entrar, así no querrán salir, ja, ja, ja. Miro hacia arriba y leo en voz alta.—Istambul Princess Hotel & Spa.Me acerco a la entrada y las puertas de acceso se abren de inmediato.—¿Hay gente trabajando? —Entro y me quedo impactada. El hall del hotel es alucinante, las paredes y el suelo son de mármol blanco, y hay una inmensa lámpara de araña que decora por completo la entrada. Estoy segura de que cuando los clientes entren, lo harán con la boca abierta y mirando hacia arriba. La recepción es muy sencilla, está decorada en negro y dorado como el lobby bar que está al fondo, donde hay un gran piano de cola de color negro, que brilla como si lo acabaran de pulir.Camino hacia las cristaleras del fondo del bar. Dan a una gran terraza con unas vistas del Bósforo maravillosas. Intento salir, pero parece que este acceso está cerrado. Regreso en dirección a la recepción, y al llegar, diviso en un lateral una puerta negra con letras doradas que dice «Staff only». Debe de ser la entrada a la zona de oficinas. Me acerco y compruebo que la puerta no está cerrada. Entro en el largo pasillo que efectivamente lleva a la parte trasera de la recepción y a la zona de oficinas.—¿Aquí no hay personal de seguridad? —Si yo he entrado sin que nadie se entere, puede entrar cualquiera.Camino por el pasillo, y al fondo diviso otra puerta negra con letras doradas que dice:DirectorSelene AmarisPaso la mano por las letras casi sin creérmelo, agarro el picaporte y abro la puerta.¡Qué pasada de oficina!Cuando voy a entrar, alguien me agarra del brazo y tira de mí. Me revuelvo y consigo soltarme.—¿Qué haces, animal? ¡Suéltame! —protesto. Pero el mastodonte vuelve a sujetarme y comienza a hablar en turco. Por lo poco que entiendo, parece que me dice que no puedo estar aquí. Debe de ser el de seguridad.—Ben Selene Amaris, bu otelin yöneticisiyim —(‘Soy Selene Amaris, la gerente de este hotel’) le digo en mi recién estrenado turco. El tipo me suelta, y me mira de arriba abajo. Se está pensando si creerme o no. Abro mi bolso y saco de la cartera mi pasaporte. Se lo enseño, señalando la puerta donde está escrito mi nombre.—¿Lo ves, mastodonte? Soy tu jefa, así que como me vuelvas a agarrar, te dejo sin descendencia. ¿Me entiendes? —le digo en español y muy cabreada. El hombre cada vez más desconcertado, no sabe bien qué hacer, y temo que me vuelva a agarrar y me saque a rastras. De repente oigo a alguien reírse detrás de él. No puedo ver quien es, porque el de seguridad es tan grande como un ropero de cuatro puertas.Doblo mi cintura hacia un lado, asomando la cabeza por un lado del gigante que tengo delante, y veo a Ismail partido de la risa.—Iso, ¿me ayudas? Dile al gorila que vuelva a la jaula de la que salió, por favor.—Ja, ja, ja, Ramis, tamam, senin patronun (‘Remis, está bien, es tu jefe’).El vigilante me mira muy serio, y me pide disculpas.—Affet beni hanımefendi (‘Perdóneme, señora’).—Taman —(‘Está bien’) le respondo. El hombre se da la vuelta y se marcha.—Gracias, Iso.—De nada, señora Directora, aunque lo he hecho por él, para que no lo dejaras sin descendencia, ja, ja, ja —contesta partido de la risa.—¡Madre mía! Debo parecerte una autentica chiflada —le digo algo avergonzada.—No, Selene, creo que eres muy simpática —dice mientras se acerca a mi—. ¿Ya has visto tu oficina? —dice pasando por mi lado y dejando a su paso un aroma de lo más atrayente.—¡Uf! Qué bien hueles.—¡Gracias! —sonríe.¿Lo he dicho en voz alta? ¿Pero qué me pasa? Agacho la cabeza y entro en la oficina.Es Preciosa. Hay una mesa grande de madera que preside toda la estancia. Paso la mano por ella y giro a su alrededor hasta llegar a la silla giratoria de cuero negro donde me siento, acercándome a la mesa.Justo enfrente hay un gran sofá con una mesa de cristal delante y al fondo cubriendo toda la pared hay una estantería de madera, del mismo color que la mesa. También hay un pequeño aseo, algunas plantas y un gran cuadro abstracto de lo que parece la ciudad de Estambul.—¡Me encanta! —Miro a Iso sonriendo de oreja a oreja. Él me devuelve la sonrisa, y se sienta en una de las dos sillas que están al otro lado de la mesa.—¿Y ahora qué? —me pregunta mirándome fijamente.Lo miro y pienso en lo mismo. ¿Y ahora qué? ¿Por dónde se supone que debería empezar? Tengo que preparar un planning.—¿Me enseñas el hotel?—Por supuesto. —Ambos nos levantamos y salimos de la oficina.—¿Por dónde quieres empezar?—Por todo —le contesto sin pensar—. ¿Qué tal por la zona del personal?—Muy bien, pues bajemos por aquí —me señala una escalera que hay en un lateral.Lo primero que vemos son los vestuarios, que están muy bien equipados, duchas, taquillas y baños. Pasamos al comedor del personal y no me gusta mucho lo que veo. Es una triste habitación de color gris con varias mesas y sillas amontonadas. No hay mucha ventilación y además al salir, me doy cuenta de que está junto al economato, y muy lejos de la cocina.—Hay que buscar otro sitio para el comedor del personal. ¿Qué hay ahí? —le digo a Iso señalando una especie de almacén muy amplio, con bastante luz y cerrado con grandes cristaleras que van del suelo al techo.—Es la portería, donde se recibe la mercancía y esas cosas —me comenta él.—¿Eso tan grande es la portería? ¿El portero es el gorila de antes? Porque solo lo entendería si fuera él el portero, por el tamaño que tiene el hombre, digo.—Ja, ja, ja, sí, él es el portero —contesta partido de la risa.—Construiremos una garita para el gorila. Este será el comedor de personal. Está más cerca de la cocina, es más luminoso y espacioso, y si el personal está contento, es más productivo. Hay que contagiar positivismo y motivación. ¿No crees?Iso me mira sorprendido, y afirma con la cabeza.—Estoy de acuerdo.Seguimos el recorrido por la cocina, de ahí salimos al restaurante principal y también visitamos el restaurante temático. Es un italiano, y al entrar, es como si te teletransportaras a una trattoria italiana.Salimos a la terraza donde está el bar choza, la piscina y un pequeño muelle desde donde los clientes pueden embarcarse en un precioso yate allí fondeado, y dar un paseo por el Bósforo.—¿Quieres subir? —me pregunta Iso ofreciéndome su mano para ayudarme a embarcar.—¡Vaya! Es una pasada —digo nada más entrar.—El capitán está a bordo. ¿Damos un paseo?—¿Podemos? —pregunto alucinada.—Eres la jefa, puedes hacer lo que quieras.—Ja, ja, ja, es verdad. Pues demos un paseíto. —Me dejo caer en el sillón de piel que hay en la parte trasera del barco—. Sebastián, sírveme champagne —digo cogiendo una de las copas que hay sobre la mesa, y estiro el brazo toda digna.—Ja, ja, ja. ¿Quién es Sebastián? —dice Iso partido de la risa.—El mayordomo, querido, siéntate y pídele lo que quieras, ja, ja, ja. —Nos reímos juntos.—Voy a decirle al capitán que nos lleve a dar ese paseo.—Espera, voy contigo, así veo el resto del barco. —dejo la copa vacía justo donde la cogí y lo sigo. El barco es precioso, y el capitán acepta gustosamente llevarnos de paseo por el Bósforo.Vamos a la parte delantera del barco, y nos sentamos allí sobre unas colchonetas dispuestas para tumbarse a coger sol. Saco de mi bolso las gafas de sol, me las pongo, y miro a Iso.—¿Qué tal? ¿Parezco una millonetis con yate y mayordomo?—Ja, ja, ja, sin duda.Me dejo caer sobre la colchoneta y me parto de la risa. Iso se tumba a mi lado y me mira sonriendo.Capítulo 6IsmailHoy parece una mujer totalmente diferente a la que conocí ayer. Es muy simpática, y cuando sonríe todo se ilumina a su alrededor. Anoche parecía una muchacha desvalida llorando en la oscuridad, y hoy es una mujer deslumbrante y radiante de felicidad, aunque, a veces cuando me mira, no es eso lo que veo, pues esconde sus verdaderos sentimientos detrás de esa sonrisa tan bonita.¿Quién eres en verdad? ¿La muchacha sola y triste de anoche o esta que veo ahora, brillante, ocurrente y divertida?No puedo dejar de mirarla, es preciosa. Su cabello es negro y brillante. Tiene la piel morena, sus ojos son de un atrayente color gris azulado, y su boca de labios carnosos pide a gritos que la besen una y mil veces.—Hazme de guía —me dice sonriendo—. ¿Qué es ese edificio tan bonito?—Es la Mezquita de Mecidiye, más conocida como la Mezquita de Ortaköy.—Es preciosa. ¿Se puede visitar? —pregunta entusiasmada.—Sí, menos a la hora del rezo —le aclaro.—¿Eres musulmán?—Soy agnóstico. —Me mira sorprendida y sonríe.—Yo también, y eso que me crie entre monjas y curas, quizás es por eso que lo soy. Me dejaron agotada con tanto rezo.—Ja, ja, ja, debe de ser por eso. —Ambos nos reímos a carcajadas. Es muy simpática, me gusta mucho, y quiero saber más cosas sobre ella, así que me arriesgo a preguntar.—Cuéntame más cosas sobre ti. ¿Cómo es que te criaste entre curas y monjas? ¿Y tus padres?Ella deja de sonreír al instante, y agacha la cabeza.—Debía de ser muy feíta de pequeña, porque me dejaron en la casa cuna de Tenerife y se fueron sin mirar atrás. —Me mira y sonríe, pero es una sonrisa triste—. Hace algunos años averigüé quienes eran mis padres y decidí ir a verlos. Quería saber por qué me habían abandonado, no quería reprocharles nada. Siempre pensé que tendrían un motivo muy grave para hacer algo así, no sé, necesidades económicas, que mi madre no pudiera cuidarme porque estaba enferma, solía inventarme esas excusas cuando era pequeña. —Me mira y solo dice—: No tenían ninguna excusa, simplemente no querían tener hijos. —Aparta la mirada y suspira.—Siento haberte preguntado, discúlpame, Selene.Permanecemos en silencio mirando al horizonte, hasta que de repente se incorpora y me mira sonriendo.—¿Qué hacías en el hotel?—Fui a por algunos documentos que necesito para mañana.—Y yo te he embarcado en esta excursión, deberíamos volver, tendrás cosas que hacer.—No tengo nada que hacer, pero si quieres volvemos ya. —Pienso unos segundos en un plan para seguir juntos y conocerla algo mejor—. ¿Te gusta el pescado?—Sí —contesta algo confundida por mi pregunta.—Te invito a almorzar. Conozco un lugar donde preparan un pescado, y un marisco, riquísimos, ¿Te apetece?—Me apetece —vuelve a sonreír de oreja a oreja.—Le diré al capitán que nos lleve de vuelta. —Me levanto para ir a hablar con él. Aprovechando mi ausencia, ella se tumba sobre la colchoneta y se sube el vestido dejando sus piernas al aire para que les dé el sol. En ese momento acude a mi mente la imagen de ese tanga que llevaba puesto anoche y siento un latigazo en mi entrepierna.—¡Uf! —suspiro. Me limpio la gota de sudor que baja por mi frente, mientras me recuerdo a mí mismo que es mi jefa, que no puede haber nada entre nosotros, y mucho menos en lo que estoy pensando.SeleneCreo que podría acostumbrarme a esto, es mi segundo día aquí y comparado con el día de ayer que fue desastroso, este parece que mejora por momentos.Ismail no es como pensaba, un creído estirado. Parece un buen hombre, es amable, atento, educado, y esa sonrisa arrebatadora que tiene… ¡uf! Es perfecta.Si la Madre Pilar pudiera oír mis pensamientos ahora mismo, me excomulgaba.—¿De qué te ríes? —La vuelta de Ismail me sorprende. Me siento de un salto, y me bajo el vestido sintiéndome de lo más avergonzada por lo que estaba pensando.—Cosas mías —le digo poniéndome en pie—. ¿Ya volvemos?—Sí, ya estamos dando la vuelta. Ven, vamos a la parte de atrás, allí estaremos más cómodos y podemos beber algo. —Me ofrece su mano para que la coja, y yo lo hago encantada.Vamos de la mano hasta la parte trasera del barco que nunca he sabido cómo se llama, babor, estribor, proa, popa, cualquiera de ellas es un lio, con lo fácil que es eso de izquierda, derecha, delante y detrás que nos enseñó Coco en Barrio Sésamo.—Estás muy callada. ¿En qué piensas?—En Coco, de Barrio Sésamo —digo sin pensar.—¿En qué? —¡Uf! Esa sonrisa me vuelve loca, lo de pensar en cosas que no tengan nada que ver con ella no funciona.¡Santo Dios! si este pobre hombre oyera mis pensamientos saldría corriendo. ¿Pero qué estoy haciendo?—Es un programa infantil de televisión en el que salía un personaje que se llamaba Coco, y te enseñaba cosas, como, qué es lejos o cerca, y en un barco qué parte es babor o estribor, y estaba pensando qué parte del barco decía que era esta. De locos ya lo sé.—Eres muy simpática, ja, ja, ja.Mientras él se parte de la risa, yo me siento de lo más ridícula. Me pone nerviosa, y no paro de pensar en disparates, y lo que es peor, se me salen todos esos disparates por la boca casi sin darme cuenta.Me siento e intento no seguir haciendo el ridículo.—¿Qué te apetece beber?—Un lingotazo. —¡Por dios! ¿Qué digo? El intento de dejar de hacer el ridículo a tomar por saco.—Ja, ja, ja, te juro que hago lo posible por entenderte, pero no sé qué es eso.—Agua, dame agua que estoy sofocada. —Me pasa un botellín de agua, coge otro para él y se sienta a mi lado. No sé si bebérmela o echármela por encima para enfriar mi mente calenturienta.Al llegar al hotel ambos desembarcamos y vamos caminando hasta nuestro edificio, donde nos subimos a su coche, un Mercedes descapotable de color negro que es una preciosidad.—¡Qué pasada de coche! —digo nada más subirme. Él no dice nada, solo me mira.Salimos del garaje y nos incorporamos al caótico tráfico de Estambul en hora punta. Yo voy mirando a ambos lados del camino, quiero ver todo lo que puede ofrecer esta ciudad.—¿Dónde vamos a comer?—Saldremos de la ciudad, vamos a Kumköy. El restaurante está junto a la playa de Uzunya, te gustará el sitio.—Estoy segura de que sí —le digo mirándolo embobada.Lo observo unos minutos, hasta que él me mira y sonríe, entonces retiro la mirada.—Cuéntame algo más de ti, Selene —me dice de repente.—¿Algo como qué?—No sé, lo que quieras. —Me mira—. ¿Qué música te gusta?—¡Toda! —digo sin mirarlo.—Venga, habrá alguna que te guste más que otra. ¿Tienes algún cantante preferido?—Me gusta Bryan Adams, tiene unas baladas geniales, mis preferidas son Please forgive me y Everything I do, son una pasada de bonitas. ¿Las conoces?—No, pero tomo nota, las escucharé. ¿Y quién más te gusta?—Pues es que me gusta toda la música, creo que hay una canción para cada momento de mi vida. Cuando estoy alegre me gusta oír música que pueda bailar y cantar, si estoy triste, me gusta la música clásica y las baladas rock, creo que mis grupos favoritos son muy roqueros, ja, ja, ja.—Dime alguno —insiste.—Scorpions, Bon Jovi, Aerosmith, Led Zeppelin, Queen, Metálica, Guns N’ Roses.—¡Vaya! Muy buenos todos.—Ja, ja, ja, siii. ¿Y a ti qué música te gusta?—Pues casi todos los que has nombrado, más Bruce Springsteen.—¡Oh! El Boss, me encanta. —Comienzo a tararear My Hometown y él me sigue, cantamos juntos una parte de la canción, y ambos nos reímos.—Cuéntame ahora algo de ti —le propongo.—¿Qué quieres saber?—¿Hay más como tú en tu casa? ¿Tienes hermanos?—Ja, ja, ja, no, no hay más como yo, soy hijo único.—¿Tus padres viven en Estambul?—Murieron hace tres años en un accidente de tráfico —dice algo cabizbajo.—¡Vaya! Lo siento mucho. —Dejo de hacer preguntas.Capítulo 7IsmailLa miro, se ha quedado algo pensativa. Quiero que siga hablando, que me mire, que me haga sonreír con sus locuras.—Dime, ¿ya eras directora de hotel en Tenerife?—No, qué va. He sido muchas cosas dentro de un hotel, pero mi último cargo era de jefa de recepción.—Debes de hablar varios idiomas. ¿Cuántos hablas?—Pues chapurreo todos, soy una experta inventando palabras en otros idiomas.—¿Qué es chapurreo?—Una locura de las mías —sonríe mientras piensa en cómo explicarme el concepto de «chapurreo»—. Hablo bien italiano e inglés, el alemán y el francés los chapurreo, o sea, que los estropeo al hablar, pero los entiendo perfectamente, y los clientes me entienden, así que me vale para salir del paso.—Ja, ja, ja. entiendo. —Me encanta la forma que tiene de explicar las cosas. Es muy sincera y directa, eso me gusta en una mujer.—¿Y estás preparada para el nuevo puesto?—Sí, llevo preparándome mucho tiempo. El mismísimo Sr. Fayett ha sido mi maestro. Tengo tanto que agradecerle a ese hombre —se emociona al decirlo.—Manuel es un gran hombre, a mí también me contrató él.—Es muy buena persona, a mí me ha tratado siempre como a una hija, y le agradezco infinitamente que me haya dado esta oportunidad. Espero estar a la altura, y no defraudarle.—Seguro que podrás hacerlo, lo haremos juntos.—Gracias, Iso, me alegra contar contigo.Cuando llegamos a Kumköy aparco por fuera del restaurante, justo delante de la playa. Selene se quita el cinturón de seguridad y se baja de inmediato. Desde la acera contempla la playa algo emocionada.—¿Te gusta? —Me mira y sus ojos brillan reteniendo las lágrimas—. ¿Estás bien?Se pasa las manos por los ojos retirando las lágrimas, se pone las gafas de sol, y suspira.—Estoy muy bien, me encanta el sitio. —Va hacia el coche y coge su bolso.Bajamos a la playa y entramos en el restaurante. Yo pido la comida mientras ella va al baño. Cuando vuelve, se sienta frente a mí y me mira fijamente. De nuevo luce esa mirada triste que adorna con su bonita sonrisa.—Ya he pedido. ¿Qué quieres beber?—¿Qué has pedido?—Un poco de todo, pescado, marisco y una ensalada.—Pues beberé vino blanco. —Buena elección. Me gustaría acompañarla, pero no puedo beber pues estoy conduciendo, así que le pido al camarero una botella de vino blanco y un agua.La miro fascinado por su belleza mientras ella contempla el mar.—¡Echo de menos Tenerife! —dice sin más y me mira. Sus ojos grises han tornado a un azul brillante, como el color del mar que nos rodea.El camarero regresa con las bebidas sacándome de mi ensimismamiento. Cuando nos sirve y se retira, Selene coge su copa y la acerca a esos labios carnosos que tanto me atraen, y prueba el vino. Pasa la lengua por sus labios y sonríe.—Está muy bueno y fresquito. —Vuelve a probarlo. Me da la impresión de que lo hace a cámara lenta, y sigo cada uno de sus movimientos deseando ser la copa que toca sus labios, o mejor el vino, que entra en ella recorriendo su boca. Siento cómo una ola de calor recorre todo mi cuerpo, y dejo de mirarla de inmediato. Esto no puede ser, me repito varias veces a mí mismo.No puedes desear a esta mujer, apenas la conoces. Va a ser tu jefa, y es amiga de Aine. Me metería en un lio con ella si algo pasa entre nosotros.—Estás muy callado. ¿En qué piensas?—No pensaba, solo disfrutaba de las vistas —contesto mirando esos ojos tan bonitos en los que me pierdo cada vez que me mira.No tardan en traernos la comida y disfrutamos mucho del rico pescado que nos han servido.Mientras comemos charlamos de mil cosas, nos reímos y compartimos anécdotas. Al finalizar, nos pedimos un café turco. Selene siente curiosidad y quiere probarlo, además le sentará bien, pues se ha bebido toda la botella de vino. Cuando nos lo sirven, ella lo mira un momento, se acerca a la taza e inhala su aroma.—Huele muy bien, pero debo decir que tiene un aspecto muy raro. Parece muy cargado.—Pruébalo, te gustará. —Cojo mi taza, doy un sorbo de café, y a continuación tomo un poco de agua. Ella que me miraba con atención, hace lo mismo, toma un sorbo de café, se regaña, pasa los dedos por sus labios limpiando las borras del café, y bebe un buen trago de agua. No puedo más que reírme por la cara que ha puesto.—Riquísimo, está riquísimo, pero se les ha olvidado ponerle el filtro a la cafetera, y me he tragado hasta un grano de café —dice con cara de asco.—Ja, ja, ja, no se les ha olvidado. Ven conmigo. —Le ofrezco mi mano, y ella la coge sin reservas.—¿Dónde vamos?—A ver cómo preparan el café. —Nos dirigimos a la barra del restaurante donde un camarero está preparando más café, y le pregunto si podemos ver cómo lo hace. Selene disfruta viendo cómo lo preparan y las cosas que le añaden para aromatizarlo, en este caso lleva cardamomo y canela.—Qué buena técnica y qué bien huele, aunque yo antes de servirlo lo pasaría por un colador o algo así.—Ja, ja, ja, haciendo eso te cargas su esencia mujer. —Vuelvo a coger su mano y volvemos a la mesa. Cuando llegamos a ella no quiero soltarla, cojo su taza y la acerco a su boca.—Vuelve a probarlo, los ingredientes ya se habrán posado en el fondo y podrás saborearlo mejor. —Ella hace lo que le digo, toma un sorbo de café y se relame pasando la lengua por sus labios. Atraído por ese gesto, miro su boca con deseo, estamos tan cerca que podría besarla, quiero besarla, deseo hacerlo. Ambos nos miramos con deseo, pero renunciamos a él separándonos como si nos repeliéramos el uno al otro. Selene vuelve a sentarse y yo hago lo propio.Nos tomamos el café en silencio. Pido la cuenta, y cuando nos levantamos de la mesa volvemos a coincidir. Nuestros cuerpos se atraen como imanes, y quedamos pegados el uno al otro. Selene se agarra a mis brazos para no perder el equilibro, se muerde el labio inferior y mira directamente a mi boca. Sé que lo desea tanto como yo. Mi cuerpo se tensa, y siento cómo mi pene crece dentro de mis pantalones.No, esto no puede pasar. La aparto de mí. Ella me mira desconcertada unos segundos, coge su bolso, y sale del restaurante en dirección al coche. Yo permanezco allí parado unos segundos intentando volver en mí.Capítulo 8Selene¡Uf! Selene, ¿qué haces?Esto debe de ser el efecto del vino. Entre Iso y yo no puede pasar nada. Esto es solo atracción física, y no sería bueno dar rienda suelta a esa atracción. Somos compañeros de trabajo, y si pasara algo así entre los dos, todo se complicaría, y mucho.

Aqui tienes los enlaces de DIOSA de Jossie Luque



Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *