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Sinopsis de La belleza y el multimillonario de AKASH HOSSAIN
Reseña literaria de La belleza y el multimillonario de AKASH HOSSAIN
La belleza y el multimillonario de AKASH HOSSAIN pdfLa belleza y el multimillonario de AKASH HOSSAIN pdf descargar gratis leer onlineH unter estaba aquí.Seis semanas más tarde, el estómago de Sinclair se apretó en torno a la nada cuando entró en la sala de juntas de Lush Beauty Products como si fuera el dueño del lugar.«-En una oferta pública de adquisición amistosa», decía el jefe de Sinclair, el presidente de la empresa Roger Rawlings. «Osland International ha comprado el cincuenta y uno por ciento de las acciones con derecho a voto de Lush Beauty Products».Sinclair se enderezó reflexivamente en su silla. Por Dios, sí que era el dueño.¿Podría ser una broma?Miró de un lado a otro.¿Saldrían los camarógrafos en cualquier momento y le pondrían un micrófono en la cara?¿Estaban grabando incluso ahora para registrar su reacción?Esperó. Pero Hunter ni siquiera miró hacia ella y nadie empezó a reírse.«Como muchos de ustedes saben», dijo Roger, «entre sus otros intereses comerciales, Osland International es propietaria de la línea de tiendas de ropa femenina Sierra Sánchez en toda Norteamérica, con varios puntos de venta en Europa y Australia.»Mientras Roger hablaba y los directivos de Lush Beauty asimilaban la sorprendente noticia, la mirada de Hunter se movía metódicamente por la gran mesa ovalada. Su mirada se detuvo en Ethan, de desarrollo de productos, y luego en Colleen, de marketing. Asintió a Sandra, de contabilidad, y miró a Mary-Anne, de distribución.Cuando se acercó su turno, Sinclair compuso su expresión. En su papel de directora de relaciones públicas, estaba acostumbrada a comportarse profesionalmente encircunstancias difíciles. Y lo haría ahora. Si él podía manejar esto, ella también. Ambos eran adultos, obviamente. Y ella podía comportarse tan profesionalmente como él. Sin embargo, tenía que preguntarse por qué no le había avisado.El cazador que había conocido en Manchester le había parecido honorable. Hubiera pensado que al menos le habría enviado un correo electrónico. ¿O lo había juzgado mal? ¿No era más que un jugador hábil y pulido que olvidaba a las mujeres en cuanto las perdía de vista?Tal vez no enviaba correos electrónicos porque no le importaba. O, peor aún, tal vez ni siquiera se acordaba.