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Sinopsis de Un destino ridículo novela

Un destino ridículo novela – Sinopsis:

Un destino ridículo novela pdfUn destino ridículo novela pdf descargar gratis leer online JoyreadCristóbal y ChiaraCapítulo 1«Hace calor. Tengo tanto calor…». Chiara se preguntaba si era por haber bebido demasiado, porque tenía calor por todas partes. Entonces, escuchó vagamente lo que parecía el sonido de una puerta al abrirse. Cuando se obligó a abrir los ojos y mirar hacia la única fuente de luz, vio a unas personas paradas con respeto y perfectamente derechas en la puerta. Saludaban a una figura alta y erguida que se les acercaba desde el otro extremo de la alfombra roja. Las piernas largas del hombre se detuvieron, entonces él preguntó en voz fría: —¿Habéis confirmado que está limpia? —Sí, amo. «¿Qué dicen? ¿Quién es ese tío? ¿Es Cristóbal?». Chiara quería abrir bien los ojos para ver mejor al hombre, pero la puerta a la habitación estaba cerrada. Ahora no veía nada con claridad; solo pudo oír el sonido de unos pasos aproximarse a su cama. De repente, un cuerpo tan frío como el hielo se inclinó sobre ella, y ella no pudo evitar aferrarse a él. El cuerpo del hombre se tensó al tiempo que su mirada se llenaba de lujuria. Besando los labios rojos de Chiara con precisión en la oscuridad, se dio la vuelta y presionó su cuerpo contra el de ella, ganando la ventaja. —Duele… —Chiara gritó de dolor mientras su cuerpo se arqueaba—. Duele, Cristóbal… Cristóbal… ¿Puedes no estar con ella…? El hombre se quedó congelado; era la primera vez que una mujer en su cama llamaba el nombre de otro hombre. —Relájate. La desconocida voz del hombre regresó a Chiara a sus cabales. «¡No es Cristóbal! Eso es: Cristóbal se ha liado con mi supuesta mejor amiga, ¿así que cómo es posible que aparezca en mi cama?». —¡¿Q… Quién eres? No me toques… —Chiara agitó los brazos y forcejeó contra el hombre con todas sus fuerzas. Él dejó escapar un gruñido, pues las afiladas uñas de ella parecían haber arañado su cuello y haberle arrancado algo de esa zona. El dolor de Chiara se apagó poco a poco mientras le invadía la agradable sensación. Las voces cada vez más apasionadas de un hombre y una mujer se pudieron oír con frecuencia desde elsuitedeluxe. Aun así, los guardaespaldas en la puerta permanecieron parados con expresión seria, como si no hubiese pasado nada. … —¡Aaah! El cuerpo de Chiara estaba empapado de sudor al despertar de un sobresalto. Afuera hacía un día soleado, pero la esbelta espalda de la mujer estaba llena de sudor frío. «¡Soñé otra vez con esa noche!». Respiró fuerte mientras se limpiaba el sudor de la cara. Recordaba la profunda voz del hombre, su pecho frío, sus ojos intensos que le miraban con fijeza, y… Hace dos meses, pasó la noche más vergonzosa de su vida. Al fin y al cabo, ella había ido a un bar y se tomó unas copas con alguien tras enterarse de la aventura entre su novio y mejor amiga. ¡Como resultado, alguien echó drogas en su copa, y estando ella desorientado le llevaron a un lujososuitey le robaron la virginidad! Las mejillas de Chiara ardieron. Sin atreverse a pensarlo más, se cambió de ropa a toda prisa. Mientras seguía ocupada con su informe en el laboratorio, su condiscípula menor regresó con su comida, y el tenue olor a pescado le revolvió el estómago. —¡Bagh! —Dejando atrás su experimento sin terminar, Chiara fue corriendo al servicio y tuvo arcadas durante mucho tiempo. —Basado en tu reacción, Chiara, ¿podrías estar embarazada? Las palabras de la condiscípula menor parecieron tocar un nervio en Chiara porque el rostro de la mujer se puso aún más pálido. «¿E… Embarazada? ¿No puede existir tal casualidad, verdad? ¿Me puedo quedar embarazada tras acostarme con un hombre una sola vez?». Sin embargo, la realidad vino como una bofetada en la cara. La doctora le entregó el informe médico en el hospital e incluso se esforzó por enseñar dónde estaba el feto. —¡Enhorabuena, Srta. Arévalo: sí está usted embarazada! El bebé ahora tiene unos setenta días, y está bastante estable. Sus palabras golpearon a Chiara como un relámpago. Se tambaleó y no recuperó el equilibrio hasta que no se apoyó a duras penas en la pared. «¡Estoy embarazada… De verdad estoy embarazada! ¡Pero no tengo idea de quién es el padre del bebé! ¡¿Quién es el tipo que se acostó conmigo aquella noche?!». Pasó mucho tiempo dando vueltas por el pasillo del hospital hasta que por fin irrumpió de nuevo en el despacho de la doctora. —Do… Doctora, no quiero este bebé. Quiero un aborto. —¿Qué? —La sonrisa en la cara de la doctora parecía congelarse de golpe, porque no esperaba que esta chica de aspecto joven y débil fuera tan cruel. No pudo evitar aconsejarle—: Srta., ahora que está embarazada, sería una lástima que abortara… —¡No… No quiero este bebé! —Chiara apretó su agarre en el brazo de la doctora. Dijo en tono suplicante—: ¡Quiero abortarlo ya!

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