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Sinopsis de Dos vidas sin belleza novela

Dos vidas sin belleza novela – Sinopsis:

Dos vidas sin belleza novela pdfDos vidas sin belleza novela pdf descargar gratis leer online JoyreadMujer súper poderosaCapítulo 1—Vamos a divorciarnos. —Ariel Gallardo miró al atractivo e inmaculado hombre, el cual enloquecía a las mujeres, sentado frente a ella, sentía su corazón pesado y sombrío. «Sebastián Morales, el hombre más deseado en Ciudad Buenaventura, él es misterioso, noble y en extremo impactante. Al final, este hombre no está destinado para mí. A través de estos tres años de matrimonio, intenté todo lo posible, pero él nunca ha correspondido mi amor. Ahora, estoy cansada y admito mi derrota». —Vamos a divorciarnos. Te liberaré y ya no tendremos nada que ver el uno con el otro de ahora en adelante. —Ella desvió su mirada, conteniendo su dolor. El rostro de Sebastián no tenía expresión alguna. Tras unos segundos de silencio, tomó la pluma y firmó los papeles de divorcio sin titubear en lo absoluto. Entonces se levantó y se fue con indiferencia, su alta y cautivadora espalda hacía que todas las mujeres en la cafetería se quedaran sin aliento por un momento. «Él nunca cambia. Sin importar lo que haga, nunca causé el menor efecto sobre él. En ese caso, solo lo dejaré ir a pesar de que el dolor es en verdad agonizante». En cuanto Ariel salió de la cafetería su móvil sonó. —Gabriela —dijo al responder, mordió su labio y susurró con suavidad—. Seguí tu consejo e hice que firmara los papeles de divorcio. —¿En verdad los firmó? —La voz del otro lado del móvil a penas y escondía un dejo de deleite y emoción. Ariel frunció el ceño y comenzó a sentirse intrigada. —Sí, ¿por qué…? —Ja, ja. Ariel, en verdad le pediste a Sebastián Morales que se divorciaran. Ja, ja… ¡Eres una idiota! Ella se quedó sin palabras por un momento. —¿Qué quieres decir, Gabriela? —Su ceño se fruncía cada vez más mientras un sentimiento de incomodidad comenzaba a florecer en su interior. —Nada. ¡Solo siento júbilo! Ahora tendré la oportunidad de salir con Sebastián Morales cuando se divorcien. ¿Por qué no estaría feliz? —Gabriela estaba de pie en el edificio opuesto y se desternilló de risa—. ¿Por qué crees que no te demostraba nada de afecto? —¿Por qué? —Ariel apretaba su móvil y no se dio cuenta de que estaba sobre la carretera. —Porque siempre creyó que tú fuiste quien mató a su hermano. ¿Crees que sería bueno con la mujer que mató a su hermano? —¡No lo hice! —le espetó ella con frenesí—. ¡La muerte de Félix no tuvo nada que ver conmigo! ¿F… Fuiste tú? —Sus ojos se abrieron de par en par al darse cuenta—. ¡Fuiste tú! Gabriela Gallardo, ¡tú planeaste todo! —¿Y qué? ¿Quieres decirle eso a Sebastián? Por desgracia ya es demasiado tarde. —La risa de Gabriela sonó como si proviniera de las profundidades del infierno y la heló hasta los huesos. —¡Me vengaré de ti por esto! Gabriela, ¡siempre estuviste actuando y poniendo una venda sobre mis ojos! —Ariel se sintió herida cuando se dio cuenta de que era demasiado tarde. —Me temo que no tendrás esa oportunidad. —Los labios de Gabriela formaron una cruel sonrisa cuando miró su pequeña figura sobre la calle—. Mira a tu izquierda. Ariel giró su cabeza por instinto hacia la izquierda, pero al hacerlo, sonó un ensordecedor choque y sintió un agonizante dolor que la envolvió. Ella cayó al suelo como si fuera una hoja movida por la brisa después de que la golpeara un camión. Su pasado cruzó por su mente como una película. «Toda mi vida estuve obsesionada con Sebastián, pero nunca correspondió mi afecto, ni siquiera con una mirada. Si la vida me da otra oportunidad, ya no lo amaré. Nunca volveré a enamorarme de un hombre que no me amará jamás…». Los ojos de Ariel se cerraron con lentitud. No vio al Joven Señor Sebastián, quien era tan atractivo que las mujeres se volvían locas por él, abriéndose paso a través de la multitud sosteniendo su cuerpo, ni vio la distintiva humedad en sus ojos del hombre con existencia divina, mucho menos vio las palabras: «Sobre mi cadáver», escritas en el espacio en donde tendría que haber firmado con su nombre en los papeles de divorcio que cayeron de su bolso. Su cuerpo se enfrió y exhaló su último aliento.

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